Espacios verdes del Autódromo que la Ciudad debería devolver a los vecinos

Hace más de un año atrás, mientras escribía una noticia acerca de la nueva impronta náutica que el Gobierno porteño «descubrió» para el Parque Roca, aprovechando su lindo lago interior para una insólita competencia de regatas, pensaba en otro lago y otros espacios verdes y abiertos que, a mi juicio, son el legado natural de los vecinos de Villa Riachuelo y Villa Lugano: aquellos que se desperdician desde hace años bajo la órbita del Autódromo de la Ciudad de Buenos Aires.

El predio ocupado por el Autódromo Municipal es aproximadamente un rectángulo que se extiende entre la Avenida Roca y el Riachuelo, desde la Avenida General Paz hasta la Avenida Escalada (donde comienza luego el Parque Roca). Dentro del mismo, se sitúa un hermoso y gran lago en perfecto desuso (antes llamado Lago de Regatas), además de otros espacios verdes agresivamente cercados.

Los que en otros tiempos solían frecuentarlo, coincidirán en que el lago del autódromo es, junto al tranquilo espacio verde que lo circunda, un sitio ideal para realizar actividades recreativas libres similares a las que se practican en los bosques y lagos de Palermo, zona que -como todos saben- es una de las más «agraciadas» de la Ciudad.

Imagino a cualquier vecino amante de la tranquilidad y el aire libre, salir por la mañana a hacer footing alrededor del lago. O a vos, hombre o mujer mayor, en una plácida caminata de invierno bajo el sol amigo del mediodía. O a una pareja joven haciendo una «escapada» en primavera sólo para permanecer tendidos sobre el pasto y mirar las nubes que pasan.

Cualquiera podría, si lo dejaran, permanecer allí para escuchar a los pájaros, o simplemente disfrutar del silencio que concede la distancia que lo separa del tránsito feroz de las avendidas más cercanas. Este espacio inmenso permanece -lamentablemente- cerrado al público, pues forma parte de la concesión del autódromo, cuya seguridad privada custodia celosamente que los pajaritos caminen tranquilos sobre el pasto y que ningún vecino disfrute del lugar.

Es de suponer que ellos (llámense concesión o gobierno porteño) dirían que el lago está cerrado al público por nuestra seguridad, no sea cosa que haya un accidente con un auto de competición. A lo que les respondo: cualquier potencial accidente podría evitarse anulando el sector de la pista que rodea al lago, y separando por algún medio físico (rejas, pared o alambrado) el resto de las instalaciones del autódromo de este espacio verde y acuático.

El lago del autódromo está especialmente cerrado a los vecinos de Villa Riachuelo y Villa Lugano, que somos las personas que lo tenemos enfrente y que debemos resignarnos a no poder disfrutarlo. No sucede aquí, en el sur, lo mismo que en el barrio de Palermo, en el norte -claro-, donde a nadie se le prohibe trotar o caminar junto a los lagos, y donde éstos son cuidados y limpiados periódicamente, para que todos puedan disfrutarlos.

En Villa Lugano, en un radio de un kilómetro alrededor del autódromo, las personas -vecinos u ocasionales visitantes- deben padecer durante días el ruido estresante de los motores de competición. Ni las competencias automovilísticas, ni su uso regular como pista de entrenamiento benefician de algun modo al barrio ni a su gente. Todos lo sufrimos como un ruido molesto casi siempre inoportuno e irrespetuoso del merecido descanso sabatino o dominguero.

En contraste, los vecinos de la zona no puedan aprovechar la cercanía de esos espacios verdes que algunos pocos privilegiados (beneficiarios consuetudinarios de cada administración)- se reservan para sí con el fin de embolsar la máxima ganancia posible.

El predio porteño hoy ocupado por el autódromo incluye espacios verdes que no se requieren para la actividad automovilística, y cuyo uso para esparcimiento está prohibido para los vecinos, una prohibición de hecho, que se origina en el tenaz bloqueo de los accesos al público. Algunos de estos lugares potencialmente aptos para la recreación libre están fuera del predio utilizado para las competencias. A estos sectores nunca se les hace ningún tipo de mantenimiento. Ciertos lugares ya no tendrían árboles si no fuera porque de vez en cuando llueve. Otros lugares ya no tienen árboles vivos porque cuando llovió y se inundó no se hizo nada para drenar el agua.

Personalmente, no recuerdo nunca haber visto que se plante un árbol, o que se mejore el parquizado, o que se plante una flor y mucho menos que se renueve el viejísimo y reventado asfalto que rodea estos sectores desaprovechados por la gente. Un predio que es ejemplo de esta situación es el que se extiende pegado a la Avenida Roca desde la Avenida General Paz, a lo largo de unas siete cuadras, hasta la calle Cañada de Gómez. Son unas siete hectáreas (aproximadamente 100 metros de ancho por 700 metros de largo), de espacio verde despejado de todo tipo de obstáculos, al que la gente no tiene acceso y que no tiene nada que ver con la actividad del autódromo, dado que el mismo está ubicado tras una reja perimetral que delimita claramente el espacio «autódromo» del parque exterior.

Calculo que un jardinero no va por allí desde que el hombre pisó por primera vez la luna. Por ello, estimo que sería una exelente oportunidad para que la Comuna porteña embellezca el predio, le haga una verdadera «puesta en valor» y lo abra al público, al menos en horario diurno.

Otro predio que la gente no puede disfrutar se ubica frente al Barrio General Savio, con unos 400 metros de longitud y más de 100 metros de ancho, entre la Avenida Roca y las instalaciones de la Escuela Granja. Una gran parte de este terreno evidencia la desidia de las administraciones porteñas.

Allí se sitúan muchos árboles secos, muertos, debido a que no se realizaron oportunamente los trabajos que permitieran el drenaje del agua de lluvia acumulada, lo que produjo que las raices de muchas especies añosas se pudrieran, dejándonos como legado un cementerio de troncos y ramas mustias. En otros tiempos, las frondosas copas de esos árboles supieron oxigenar el aire. También disimulaban un poco la gris eficiencia de la arquitectura monolítica del Barrio Savio, en su afán por devorar atardeceres, porque en ese lugar el sol se pone antes. Allí siempre habrá noches tempranas.

Hoy, finalmente, arranqué de su letargo inconciente estas reflexiones, para volcarlas por escrito y así compartirlas. Me motivó enterarme de que hay gente (que no es del gobierno) que se está «ocupando» de preservar los espacios verdes del sur capitalino. Mediante el blog «Lagos de Lugano» difunden sus iniciativas relacionadas con el Lago Soldati, el Lago del Parque Roca y el Lago de Regatas. Se trata de un grupo de vecinos de Lugano y profesionales de las Ciencias Naturales que trabajan para proteger estos pequeños ecosistemas naturales que proporcionan numerosos servicios ambientales, tales como regulación hídrica, prevención de inundaciones por aumento de la superficie de infiltración, regulación de la temperatura local, purificación del aire, y otras ventajas estéticas y de solaz para el ser humano. Para nosotros, un servicio… el ambiental. Para sus habitantes silenciosos: aves, insectos y demás animales, junto a las plantas que los acompañan… un hogar.

Para terminar con esta «onda verde», no puede faltar el reconocimiento al Gobierno porteño por la forma en que Macri, Michetti, Rodriguez Larreta y companía, expresan su desidia y apatía por los espacios verdes de los vecinos del multitudinario Barrio General Savio y por consiguiente las expresan a sus habitantes: estos espacios públicos, que se ubican obviamente dentro del complejo, ya no son -gracias al abandono oficial- simples yuyales, sino más bien cardales y hasta matorrales, donde los vecinos deberán pronto abrir «picadas» a machetazo limpio, o en algún caso extremo recurrir a una limpieza por el fuego con el fin de higienizarlos y evitar así la proliferación de alimañas y reducir el riesgo de enfermedades.

Si usted se siente motivado a realizar un reclamo por este tema, la siguiente información puede resultar útil.

Cómo hacer un reclamo, según el Gobierno de la Ciudad

Comuníquese con el Call Center del Gobierno de la Ciudad.

Teléfono: 147 (antes era 0800 999 2727) (BsAs).
Horario: lunes a viernes de 8 a 20 hs.

Los/as vecinos/as y usuarios/as de la Ciudad de Buenos Aires pueden iniciar un reclamo vía internet, por deficiencias en el mantenimiento del espacio público. Se puede reclamar por inconvenientes relacionados con: alumbrado público, arbolado, autos abandonados, casas abandonadas, baches, contaminación, construcción clandestina, control de plagas, mantenimiento de plazas y edificios públicos, recolección de residuos, ruidos molestos, semáforos y señales de tránsito, sumideros y alcantarillas, veredas, entre otros.

Se debe completar un formulario que llega por e-mail al call center del Gobierno de la Ciudad. Se evalúa el reclamo y se ingresa al Sistema único de reclamos para ser remitido al área de Gobierno responsable.

El/ a la ciudadano/a se le envía un correo donde se indica el Nº de reclamo, el Centro de Gestión y Participación actuante y el organismo ejecutor del reclamo. Estos datos le permitirán efectuar el seguimiento del trámite.

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