MARZO.. ¡RIIING!!! …¡A CLASE!…

por Adriana Álvarez*

Primer lunes de marzo se abren las puertas de las escuelas para recibir multitudes de chicos, familias, guardapolvos blancos, relucientes, mochilas llenas de útiles, ansiedad, expectativas para un nuevo ciclo lectivo.

Pero este primer lunes de marzo fue distinto; casi la totalidad de las escuelas públicas del Gobierno de la Ciudad y de más de una decena de provincias no abrieron las puertas y en sus patios no se escuchó el bullicio del reencuentro con compañeros y maestros.
Sin embargo se escucharon otras voces… muchas alegando culpabilidad a los maestros de los fracasos escolares y la decadencia de la educación, muchas diciendo “que los maestros no usen a los chicos para pedir aumento salarial”, otras preguntándose ¿dónde dejamos a los chicos si tenemos que ir a trabajar?… y pocas, muy pocas tal vez, valorando la labor del docente en éstos días.

el aula que espera
Los medios son voz de los sindicatos docentes que debaten en paritarias y acuerdan medidas de fuerza por aumento salarial. Es verdad, nuestro salario básico según recibo de haberes está lejos del mínimo que se anuncia y el resto del sueldo – para “equiparar” lo que se hace conocer que gana un docente- son sumas salariales “adicionales”, muchas de ellas no remunerativas.

Pero la lucha de los docentes no sólo es el salario digno que también merecen otros trabajadores de la salud y de la seguridad, por ejemplo; sino también las condiciones edilicias de las escuelas. La falta de insumos. La precariedad de las instalaciones y mobiliario.

El aumento vertiginoso de la matrícula para la que no hay ya bancos y mucho menos áulas. La no construcción de nuevas escuelas especialmente en los barrios de este sur donde el crecimiento demográfico es enorme por la construcción de nuevos complejos habitacionales y la extensión de los asentamientos o villas. Y ésto sólo lo vemos los que vestimos un guardapolvo blanco y estamos frente a un grupo de treinta y pico a cuarenta -y a veces más- alumnos en aulas donde Infraestructura del G.C.B.A aprueba para veintiséis o veintiocho chicos (reglamentariamente corresponde un metro cuadrado por alumno).

A ésto se le agrega que la escuela pública recibe chicos de toda condición social, económica, étnica, cultural, con problemas de aprendizaje, de atención, integra chicos con capacidades distintas como hipoacúsicos o con dificultades motoras, con problemas de conducta, para los cuales no se cuenta con atención psicológica y/o psicopedagógica suficiente porque el Equipo de Orientación Escolar por distrito no soporta tanta demanda y sólo unos pocos casos logran tratamiento y apoyo familiar.

Pero ante todas estas situaciones los docentes no bajamos los brazos. La escuela incluye. La escuela contiene. Y en muchos casos su función prioritaria de enseñar se ve superada por el asistencialismo y los docentes pasamos a suplir de alguna manera la función de la familia en la contención y los límites necesarios para formar personas.

Sumado a esto, luchamos ante los mitos: “trabajan cuatro horas”… Muchos somos los que trabajamos dos jornadas o jornada completa, ¿y las decenas de hojas y cuadernos que corregimos en nuestras casas?… ¿Y la selección de temas, planificación de las clases, actividades, cursos y carreras -para crecer como docentes en pos de brindar lo mejor a nuestros alumnos, ascender en nuestro escalafón o conseguir ser titular en un cargo por concurso- que hacemos fuera del horario laboral en ese horario que también debemos compartir con nuestras familias aún los fines de semana?. Recordemos que esta profesión es casi la única, por no decir la única, que los trabajadores llevan su trabajo a la casa.

“La matrícula de la escuela pública bajó, la gente prefiere la privada”… estarán hablando con relevamientos de escuelas de barrios del norte, donde la asistencia a escuelas privadas es accesible por la condición socioeconómica de sus habitantes y así, la matrícula promedia los doce a veinte alumnos por grado -cómo mucho-. Pero no es la realidad de los barrios del sur que albergan la mayoría de la población de una ciudad en permanente crecimiento. “Con los paros se perjudican los chicos perdiendo días de clase…”

La cantidad de días es sólo una variable considerada para “la calidad” educativa pero… ¿y la cantidad de días que los chicos van a la escuela y sin embargo nos encontramos con el incumplimiento de tareas, la falta de respeto, la desvalorización de nuestra palabra, la ausencia de las familias ante citaciones cuando todos sabemos de la importancia de la comunicación entre docentes y padres, -primeros educadores de los niños-? La cantidad de tiempo no es tan importante como la calidad del tiempo dedicado y compartido como docentes, como padres, como familia…

No olvidemos que no son solo “sus” hijos los que los días de paro no tienen clase; son también nuestros hijos, nuestros sobrinos, los hijos de nuestros amigos y conocidos. Tal vez es difícil entender para quién no es docente la responsabilidad y el compromiso que implica esta tarea. Que haya excepciones… y bueno, en todas las profesiones las hay, pero afortunadamente la gran mayoría de los que nos dedicamos a esta profesión lo hacemos con el suficiente compromiso y convicción de la importancia de la educación para el crecimiento personal y profesional del pueblo.

Mediados de marzo, dos nuevas jornadas de paro docente en las escuelas porteñas. Tal vez “el paro” no sea la forma mejor vista de hacer saber a la comunidad lo que en verdad sucede, pero es un recurso que los trabajadores tenemos amparados por un derecho constitucional.

Buscaremos otras maneras de poner en manifiesto nuestros reclamos más allá de lo que los sindicatos proponen muchas veces priorizando su política ante la representatividad de los verdaderos docentes. No queremos nosotros tampoco perder días de clase porque este es nuestro trabajo y es nuestro desafío diario. Solos no podemos, por eso necesitamos contar con el apoyo de la familias. De la comunidad. De quienes tienen a cargo la responsabilidad de mejorar las condiciones edilicias y la construcción de escuelas.

En Villa Lugano se siguen construyendo nuevos complejos habitacionales. Algunos ya habitados por familias numerosas con hijos en edad escolar y la demanda crece; pero no se construyó ningún establecimiento educativo sin olvidarnos de la salud y la asistencia sanitaria con un hospital prometido para este primer semestre y cuya construcción sigue en veremos.

Como ven, los maestros, creemos en el cambio aunque parezca utópico, en la educación, en que todavía es posible mejorar, creemos en lo que hacemos, renovamos las ganas cada día al escuchar un “seño”… todavía hay gente que sigue pensando en serio en esta tarea de enseñar y trabajar por ellos, por nuestros chicos y adolescentes, aún cuando las puertas de las escuelas están cerradas…

*es Profesora de enseñanza Primaria y Preescolar y Docente ambos turnos de la Escuela Nº 13 D.E 21

(VERGUENZA II)

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