Las violaciones han vuelto a Haití.
por SARAH BABIKER*
Una semana despúes del brutal terremoto que asoló Haití, el pequeño país presenta una situación que conmueve y preocupa. El desastre se ha ensañado con uno de los estados más pobres del mundo, ubicado en el puesto 154 del índice de desarrollo humano, el último en el continente americano. Volvió una práctica enraizada en la cultura del país: LA VIOLACIÓN DE MUJERES.
Allí el 80% de la población sobrevivía antes del terremoto en la indigencia, el 60% carecía de trabajo y la esperanza de vida apenas superaba los 50 años.
La tasa de mortalidad infantil era del 80%.
Sin agua potable y con desnutrición crónica, Haití ostentaba otro record negativo: tenía la más alta tasa de mortalidad materna en la región, 670 muertes por cada 100 mil nacidos vivos.
Cuando aún no se ha podido hacer balance de cuántas decenas de miles de vidas se han perdido, la desesperación de los supervivientes se hace patente. La gran precariedad preexistente ha puesto en evidencia la carencia de recursos para enfrentar una desgracia de este calibre, recrudecida por la dificultad de una distribución eficiente de la ayuda, consecuencia de la descoordinación y la inseguridad.
La ausencia de seguridad no solo afecta a la efectividad del reparto de toneladas de comida, agua potable y medicamentos, sino que repercuten en todos los ámbitos sobre la población, sobretodo en su sector más vulnerable, las mujeres y las niñas.
En Haití las agresiones sexuales contra ellas ya causaban preocupación antes del terremoto.
Los miles de presos que éste ha liberado de sus prisiones, derrumbándolas, se han hecho con armas y han vuelto a las calles. En Cité Soleil, la mayor villa miseria de Puerto Príncipe, a donde a duras penas llega la ayuda o cualquier autoridad, ya se ha dado cuenta de las primeras VIOLACIONES DE MUJERES. Este tipo de violencia, está tristemente enraizada, especialmente en los períodos más turbulentos de la historio del país.
A principios de los 90, tras el golpe de estado de Raoul Cedras que derrotó al presidente electo Jean-Bertrand Aristide, se crearon las FRAPH, formación de extrema derecha que persigió sin piedad a la resistencia democrática. Conocidos por su nulo respeto de los derechos humanos, entre las más salvajes de sus prácticas se incluía las VIOLACIONES Y MUTILACIONES DE MUJERES.
En 1996, la Comisión nacional para la Verdad y la Justicia de Haití declaró que la violación fué usada como arma política utilizada sistemáticamente con el fin de infundir el miedo entre los sectores de la sociedad sospechosos de apoyar el gobierno democrático. Las haitianas clamaron justicia y en 1997 se celebró en Puerto Príncipe el Tribunal Internacional contra la Violencia ejercida sobre las mujeres, que pretendía fortalecer la capacidad de los organismos de vigilar y documentar la violación de los derechos de las mujeres en Haití.
Cascos azules denunciados en 2007 por violaciones, por dos activistas muertas.
Las organizaciones de mujeres han manifestado su pesar por la desaparición en el terremoto de dos activistas que lucharon por la igualdad de las mujeres haitianas y el fin de la violencia ejercida contra ellas: MYRIAM MERLET y MAGALIE MARCELLÍN. Su muerte fué anunciada por el Movimiento Mundial de Mujeres. Myriam Merlet, quien fuera asesora especial del Ministerio de la Condición Femenina y los Derechos de las Mujeres de Haití, fue una de las líderes de la marcha de 30 mil mujeres que el 13 de abril de 1986, apena dos meses despúes de derrocada la dictadura de Jean-Calude Duvalier, tomaron las calles de la capital para demandar fin a la pobreza, el hostigamiento sexual, las violaciones, acceso a préstamos para las mujeres, trabajo y educación para ellas.
Magalie Marcellín, de la organización Casa de las Mujeres, trabajaba para educar a mujeres jóvenes sobre sus derechos. Destacó su participación de 2007 en Haití cuando las organizaciones feministas denunciaron ante la Organización de las Naciones Unidas (ONU), a más de 100 cascos azules de la ONU porcedentes de Sri Lanka, quienes fueron deportados por asociación ilícita al haber pagado 1 dólar a niñas de hasta 13 años por tener sexo con ellos, y organizó el primer tribunal alternativo de mujeres contra la violencia en su país, rompiendo silencios y reabriendo debates sobre la violencia en Haití. También era activista de la Marcha Mundial de Mujeres. Frente al temor de un recrudecimiento de la violencia contra la mujer, la organización Pon Fin a la Violencia, ha puesto en marcha una campaña por las mujeres haitianas desde su página web.
Muchas otras organizaciones insisten en la importancia de proteger y apoyar a la población haitiana y a las mujeres y niñas tras el terremoto. Además, el rol de las haitianas será imprescidible en la reconstrucción, habida cuenta de que ellas encabezan, solas, el 43% de las familias.
Fuente: AMECOPRESS/ARTEMISA mujeresenaccion.over-blog.es