Los años ´80, los albores de la democracia, trajeron un pujante interés por promover el sistema cooperativo. Eran tiempos en donde, desde una Secretaria de Estado, se intentaba potenciar al movimiento cooperativo. Compartían el escenario cooperativas de trabajo vinculadas al sector productivo (textiles, gráficas, metalúrgicas, etc) como también las de origen en la prestación de servicios de distinta índole (cobranzas, marketing, transportes, etc.), con cierta preeminencia de las primeras sobre las segundas.
Lamentablemente los vaivenes económicos de aquellas épocas, hicieron sucumbir a numerosas cooperativas de trabajo, dejando un tendal de personas sin ocupación.
No escapó a la realidad, que los años ´90 marcaron la era de los servicios por sobre la producción. Por lo tanto, proliferaron cooperativas de trabajo serviciales en detrimento de las productivas. Aprovechadores de la situación, hicieron desvirtuar este noble sistema que provocó el dictamen de resoluciones para controlar el abuso. Muchas de ellas, rozaron lo inconstitucional. Vaya paradoja, las supuestamente cooperativas de trabajo no genuinas, fueron las menos afectadas ya que en su estructura contaban con recursos económicos y humanos para mantenerse activas.
Tal vez, fines de los ´90 cuando comenzaba a evidenciarse un crecimiento de la crisis socioeconómica, fue el inicio de un fenómeno masivo (para nada nuevo) denominado cooperativas que recuperan empresas.
Con suerte dispar, hoy se debaten entre la precariedad jurídica existente y las encuentra, en algunos casos, fortalecidas por el esfuerzo de sus trabajadores.
Si hablamos de los años posteriores al cambio de siglo, la escena es dominada por las cooperativas de trabajo derivadas de los distintos planes sociales implementados por la actual administración. Los años 2003 y 2009 han sido testigos de una masiva constitución de emprendimientos con características impropias de una tradicional cooperativa de trabajo. Solo con nombrar estar atadas a un salario fijo, ser creadas por estamentos superiores, no tener participación en la políticas de decisión, poseer una excesiva dependencia de las obras públicas son una pequeña muestra de lo mencionado.
Ahora, ¿Cuál es el rumbo de las cooperativas de trabajo? Seguramente, incierto
Si nos remitimos a las cooperativas de trabajo insertas en el Plan Trabajar, lo mejor que puede ocurrir es un escenario con la continuidad del actual gobierno, por el solo hecho de seguir manteniendo esta política de contención en materia ocupacional. Más aún, al desconocer cuál será la idea de posibles candidatos presidenciables en materia de generación de empleos y, mas específicamente, sobre el futuro de estas cooperativas poco tradicionales.
Los otros tipos de cooperativas navegan entre la incertidumbre que trae aparejada los innumerables juicios laborales a los que están expuestas. A nadie asombra, la excesiva tendencia de jueces laboralistas a fallar a favor de los trabajadores, desconociendo la ley 20337 y amparándose en la ley 20744. Esta situación provoca, en algunos casos, el replanteo de continuar la actividad como cooperativa de trabajo.