CUANDO tenía 18 años me dije: empiezo a pagar la jubilación, así me aseguro el futuro. Luego me di cuenta que la estupidez no tiene nada que ver con la edad. Hoy viendo la emoción que le ponen los gobernantes a cada aumento jubilatorio -total ellos no lo cobran- se me ocurrió mandarle una carta a la Eutanasia, al menos me desahogo con alguien.
ESTIMADA EUTA:
Disculpe la confianza que me tomo al llamarla así, pero odio los protocolos acartonados. Hace años que la tengo presente y no es justamente por ser depresiva que pienso en la muerte por piedad.
Sucede que nací en el año equivocado o en el planeta equivocado. Mire; lo que me pasa sí es simple, cumplo 65 años, mis caderas se miden por latitud, lo que fue un busto turgente tiene en la actualidad forma de pera invertida y no recién cosechada, donde había unos glúteos hoy hay algo, que de no caminar derecha y usar polleras largas, se vería desde la parte trasera de las rodillas. Los brazos viven tapados. Porque hace 10 años, en los tríceps tenía un horrible salero, hoy ya son flecos que se mueven hasta cuando estoy quieta.
Tuve lindos ojos, pero los lentes de contacto que me dio PAMI me produjeron úlceras y los que uso ahora los hicieron con vidrios sifones de 1915.
Mi frondosa cabellera se desplazó al mentón, transformando un cutis terso en un camino sinuoso y lleno de canutos, con lo cual me peino con lo que queda y como puedo. El como quiero pasó a la historia, eso en cuanto al físico que ya no visto, sino que tapo hasta de mi, porque entré en la etapa draculeana. Saqué los espejos porque lo que reflejan me da náuseas.
Tengo artrosis en lo que fue la cadera y hoy es bueno, lo más parecido con lo cual me acuerdo de todos los ancestros, porque cuando no me duele, no la soporto, y lo bueno es que estoy mal acostada, sentada y parada.
Los dientes que me quedan sirven para sujetar las prótesis, engordo de jodida ya que el colesterol que supe conseguir y la presión que me subió me prohibieron todo, quieren que muera sana.
En un pie tengo juanete y el otro de original apila un dedo arriba de otro, o sea que el zapato del pie derecho no me entra, y el del izquierdo también me duele.
Donde supe tener panza chata hoy tengo una maqueta del Planetario y además creo que encogí un par de centímetros por los picos de loro en la columna.
Como verá estoy en mi mejor momento y no se como festejarlo, porque con lo que cobro de jubilación si me doy un gusto (es lo único que me doy).
Con otras dos amigas pensamos arrastrar estas carcazas traumatizadas y asaltar un banco, pero para que nos agarren, así al menos tener alojamiento y cuatro comidas.
Creo que le estoy dando una imagen un tanto decepcionante de mí, y tiene razón, porque además batí mi propio récord hormonal, fui señorita a los 11 años y se me retiró a los 55, ahí dije: un problema menos, pero no arranqué con los calores. No me reconozco, aunque esté apurada, tengo que caminar despacio por los dolores y llego transpirada, como sí viniera corriendo el Dákar a pie.
Dígame la verdad doña Euta, cuando repartieron la suerte, yo dónde estaba? No me tocó una a favor, es más, escucho la frase «siga participando» y enfurezco. Sola, jubilada ……-o sea pobre- dolorida y en un mundo que no entiendo porque las máquinas reemplazaron los sentimientos, no es justo apelar a Ud? Encima no puedo llorar porque cuando se me taparon los lagrimales y goteaba de los ojos todo el día, me los deben haber destapado con explosivos, ahora se me resecan y uso lágrimas artificiales, o será que ya lloré tanto que quedé seca por autogestión. Dele, yo me quedo quieta y ud. procede. ¿Qué dice», también estoy sorda … ah .. que siempre hay chances… Usted quiere que me done viva al Incucai., ¡Ah! no, … que todo puede cambiar. Bueno querida, gracias por el consejo.
¡¡¡Qué desgracia pido eutanasia y la pobre es víctima de la droga!!!
Mónica Graciela Rodríguez
escritora, psicóloga
y estudiante de derecho