Háganos un favor, Señora, ¡váyase!. Ocurre que lo suyo no reconoce precedentes. Y cuando hablo de precedentes, me estoy refiriendo a la más patética indolencia por parte de un Jefe de Estado, de cualquiera de los países del planeta.
A Ud., “El”, le llamaba PresidenTA coraje. Yo le llamo Presidente de pacotilla, habida cuenta que no está en mi ánimo, el faltarle el respeto.
Ud., ha hecho uso y abuso de la Cadena Nacional de Radio y Televisión, para ofrecernos los anuncios de la mentira o la repetición, rodeada de ese “elenco” de obsecuentes, y ventajeros, ávidos de que les regale un guiño, o el beso del más que elocuente “botox”.
Usted, PresidenTA coraje, carece de autoridad moral para conducir los destinos de una Nación, ¡ni hablar, tratándose de la nuestra!. Y en éste caso particular, Señora, no hay retorno.
Ud., junto a “EL”, han perpetrado una suma obscena de actos delictivos de Lesa Patria, y han consentido la comisión de muchos otros, a cuenta de un retorno que en nada se compadece con el de antes mención.
“EL”, supuestamente está muerto, señora, y le digo supuestamente, porque no le pude ver en semejante condición, al igual que el resto de los argentinos. De “El”, Ud., ha heredado una fortuna que en nada se compadece con los ya obscenos bienes declarados. “El” debe estar rindiendo cuentas en el purgatorio. Usted, en cambio, si existe todavía un ápice de justicia, deberá responder ante el pueblo que le erigiera como su máxima representante.
Podría extenderme en una serie casi interminable de consideraciones. No viene al caso, Señora. La gravedad de su indolencia supina, es más que suficiente para descalificarla.
No tengo más que decirle, Señora.
Ricardo Jorge Pareja
parejaricardo@hotmail.com