¿Dónde andará David Vincent?
No pasó una semana del desalojo de los puesteros de marca de la ribera (fuera de las ferias Ocean, Punta Mogote y Ukurpiña) -avalado inclusive por don Justo José Abal Medina, ¡chan!-, cuando los capomafiosos usurpadores (por años) del flamante espacio “recuperado” por los “civiles”, orquestaron la “vendetta”. La misma consiste en cortes de ocho horas de la actual autopista Juan Domingo Perón -Camino Negro, para los antiguos- en el nudo gorgiano con la General Paz, en Puente La Noria para joder a la humanidad toda sin que a nadie (léase funcionarios) le importe un rábano.
Según números muy internos del microcosmos saladesco, unos 12.000 puesteros “marqueros”, volaron de la franja desocupada y era de esperar, que saltasen los “tres chiflados”, -apodo con el que se menta por estos lares, a los tres dueños de unos mil puestos repartidos a partes iguales-, que perciben en concepto de “alquiler o franquicia” por el espacio que usurpan y por el que perciben un promedio de ciento veinte mil mangos por semana. En cambio desde la intendencia saben (y de buen tino) que los cortes de La Noria, solo obedecen al apriete de “los tres chiflados”, y que encima para empiojar las negociaciones, no solo no dan la cara, sino que envían como interlocutores a distintos “desalojados” que cambian todo el tiempo sus demandas como parte de su estrategia.
El caos es absoluto y por ello este enclave vital para el cruce entre la capital y la provincia, que suma a la autopista Richieri y la Gral Paz, se convierte con cada corte de estos rufianes, en el infierno tan temido para los habituales usuarios –que son millones-, es un paso cerrado con la locura que ello desata.
Cuando el juez federal Luis Armella dió la orden a unos 1200 hombres entre policía bonaerense y Gendarmería, el estado no solo eliminó de la ribera la venta ilegal, sino que además recuperó el espacio para que se pueda proseguir con el saneamiento del Riachuelo (ACUMAR). En ese instante los puesteros ya habían recibido una generosa oferta de Martín Insaurralde, que les prometió un predio para 5 mil puestos dentro de la feria de Ukurpiña (feria legal instalada en el esqueleto de otra de las antiguas piletas), propiedad (¡opalalá!) del dirigente justicialista Enrique Antequera; y construir en el futuro un predio exclusivo para ellos. Sin embargo, ni bien los tres chiflados se enteraron, armaron todo este quilombete, -a contramano de una buena porción de feriantes que aceptaban gustosos ya que no pagarían más “alquileres ni protección” a estos tres muñecos-, y su fuerza de choque (algunos puesteros, y mucho carrero y vecino de la villa contratados para la ocasión…) para poder cortar el puente y joderle la vida al resto de sus congéneres.
Gente confiable de la comuna declaró: “Ni ellos ni nosotros sabemos lo que quieren. Se los recibió lunes, martes y miércoles pero siempre para no aceptar ninguna propuesta. Ni tampoco la trajeron. Nunca quedan conformes. Insaurralde ya les dió ese predio (cuyo alquiler al PJotista Antequera pagará religiosamente con los impuestos de los vecinos) pero quieren medio centro comercial de Lomas”.
Aclaremos un punto. Este no es un reclamo más por el derecho al trabajo. Para nada. Cuando a principios de la década del 2000, la Policía Federal y la Bonaerense se trenzaban en duras batallas contra los cartoneros y sus carros tirados por caballos, -por la ley de no tracción a sangre-, eso era una hijaputez. Esa gente sobrevivía por aquellos días como podía (y aún lo hacen). Ellos no estaban subsidiados por un estado que desde un principio noble -como es el de ayudar a los más necesitados-, genera en cambio la infracultura de vivir de la teta del otro. Este caso es diferente y tendría que ser tratado también de forma distinta. Esta gente solo busca oficializar su calidad de vida basada en la venta y consumo de ilegalidad. Los cortes siguen y la política oficial parece ser frenar malones con un gaucho en pedo y vestido de monja. Así no va.
Por estos días la geografía está trastornada. Los cortes de La Noria hacen mucho daño y no solo a los automovilistas. Los comercios, los vecinos, etc., etc.
¡Ojo! Los invasores están entre nosotros. Sus dedos meñiques derechos los ponen a la luz pero ni Scioli ni el gobierno nacional hacen nada. A ellos les importa un huevo mientras de una orilla o de la otra no estén Vicente López y Nuñez. Volvé David Vincent; te necesitamos.
Víctor José Del Vento