SE ROMPIÓ EL GLACIAR PERITO MORENO…SIN EMBARGO, LOS FRÍVOLOS TESTICULOS DEL HOMBRE MASCULINO ARGENTINO, RESISTEN INDEMNES, EL MÁS FEROZ ATAQUE QUE SE LES PROPINARA A LO LARGO DE SU PENDULAR EXISTENCIA.
Le ruego sepa disculpar los términos del título, que no es el primero ni va a ser el último. Posiblemente carezca de la estatura intelectual que me permita encarar la editorial de hoy, de manera diferente…¡qué vá, carezco de ella, sin más trámite!.
Y entonces me expreso de la manera que puedo, con el atenuante de estar siempre inspirado en procurar arrimarle a una realidad que no puede, no quiere ver, o simplemente “le resbala” como si les tuviera enjabonados junto al resto de su humanidad. Porque convengamos en que el hombre masculino argentino, ofrece un segmento rescatable de intérpretes acostumbrados al aseo diario.
¿Será acaso que el hombre masculino, generosas y acotadas excepciones al margen, consigue preservarles a través de la más vergonzosa reserva?, me pregunto.
Ocurre no hace demasiado tiempo atrás, y más allá del desbordante avance de los movimientos feministas, los testículos “los puso siempre el hombre masculino”, habida cuenta que el hombre femenino, carece de ellos.
Y ocurre que cualquiera manifestación genuina, a través de la que se reclama el más elemental uso o ejercicio de nuestros derechos individuales, ofrece en una primera, segunda, y hasta tercera filas, la imagen incontrastable de la mujer. ¡Por algo el Gobierno Nacional, a través de la Ministerio de Seguridad, ha ordenado a la Policía Federal, que esa primera fila encargada de contener el ataque de las bestias humanas que responden al mejor postor, esté integrada en su mayoría, por policías femenino!. Porque…Ud., no puede ser tan cándido/a como para suponer, lo haga en la intención de morigerar semejante barbarie, ¿verdad?.
Dicho de otro modo, y como para tratar de entender el fenómeno del título, la sensación que me queda, es que el hombre masculino, ha retrotraído el escroto con el que envuelve sus testículos, hacia algún espacio interior de su organismo, en tanto el hombre femenino, se ha encargado, ¡vaya a saber uno de qué manera!, de exponer sus anatómicamente preservados ovarios, en una contradicción que supera y desborda el más elemental de los análisis.
Le aclaro, a fuerza de ser sincero, que siempre he tenido una leve inclinación machista, seguramente producto de ese hogar patriarcal, en el que me he, y se han desarrollado la mayoría de los hombres masculinos de mi generación, anteriores, y unas cuantas sucesorias.
Mis testículos han estallado hace mucho tiempo ya, como enseñando el camino a ese Glaciar tan caro a nuestros sentimientos. Sin embargo, mi mayor sufrimiento, tiene que ver con el haber perdido esa convicción a la que durante toda la vida me sintiera tan aferrado. Convicción que por sobre todo, tenía que ver conque “era el hombre masculino quien debía asumir desafíos que ha dejado a manos, y ovarios de la mujer”.
Ricardo Jorge Pareja
parejaricardo@hotmail.com