La muerte, se encuentra en el extremo opuesto al nacimiento, cuyo recorrido recibe el nombre de “vida”. Si la vida por sí sola, o a través de un noble deseo, se encargara de hacer justicia, Ud. y yo, viviríamos en una suerte de paraíso terrenal. El hombre no hubiera tenido que recurrir al Derecho Positivo, ése al que en nuestro país, no se le da un gramo de pelota. Debe ser por eso, que habitualmente el paraíso se asocia más a la muerte que a la vida, así no tengamos la menor idea de donde carajo va a parar el alma cuando se desprende de la materia, que hace posible la existencia del ser humano, según la ciencia filosófica, que no es otra cosa que “lo que se supone”, en aras de llenar ese abismo que deja “lo que no se sabe”. ¿Lo encarajiné?. Me dice que por ahora me puede seguir. Bien. Gracias.
A través de la vida, el hombre cuenta apenas con dos posibilidades; crecer y reproducirse. Esto, claro está, en función a un ajustado concepto biológico.
En la práctica, cada uno puede matizar su vida de diferentes maneras. Así nos encontramos con aquellos cuyo objetivo principal, consiste en cagarle la vida al prójimo; otros, por el contrario, para complacerle a través de la asistencia, el bienestar, la compañía. Los hay bien paridos, y mal paridos, circunstancia que deslinda a la madre de la condición de “puta”, a través de la que se le suele agredir, injusta y caprichosamente. Cómo identificar a los unos y los otros, sería la pregunta. La transparencia que ofrece nuestro país como ninguno otro, hoy nos permite cuando menos, individualizar sin mayor esfuerzo a los segundos, con solo echar un vistazo a los miembros que integran los tres Poderes que “deforman” la República, honrosas excepciones al margen. Le sugiero no olvidar ésta última salvedad, necesaria para rescatar a algún honorable que se pueda haber “colado”. Por supuesto que bien podría hurgar en otro tipo de actividades – todas-, a través de las que resultaría imposible, no detectar a algún mal parido.
Pero entre los mal paridos, y los bien paridos, existe un segmento importante, tal vez el más. Me refiero obviamente a los híbridos, esa suerte de personas formadas por elementos de distinta naturaleza, o algo así. La hibridez cultural, es el resultado de las mezcla de culturas procedentes de diferentes lugares, con características propias. El pueblo del que Ud., y yo formamos parte, bien puede hacer alarde de semejante componente.
Por supuesto que estoy tratando de encontrar, denodadamente, ese matiz que hace no podamos sentirnos demasiado orgullosos de ese sentimiento de Patria, del que sí pueden hacer alarde los habitantes de otros países, verso de Malvinas incluído. Y digo “verso” con el mayor respeto por aquellos que dejaron su vida en las islas, o combatieron en ellas, en una gesta que utilizan justamente los mal paridos, solo para vendernos una bomba de humo más, en éste caso, capaz de concentrar la atención de unos pocos. Porque convengamos en que son muy pocos los que se comen semejante patraña, groseramente elaborada por quienes tienen el indelegable mandato de conducir los destinos de una Nación, que navega a la deriva.
Y entonces, nos cuesta; nos cuesta demasiado “COMPROMETERNOS” con ésta, nuestra Patria, Nuestra Tierra Madre, tan linda como ninguna otra, y tan vejada como ninguna otra.
Ricardo Jorge Pareja
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