Habitualmente, es lo primero que escucho decir al periodista de turno, cuando enciendo el televisor a primera hora de la mañana…¡y Ud., es testigo de lo temprano que me levanto!.
El término colapsado, admite como sinónimo, a su similar “paralizado”. O sea que uno cuando todavía no ha atinado a realizar los primeros movimientos de la mañana, que incluyen el desayuno, y el ir de cuerpo, ya se siente paralizado, así la expresión se utilice generalmente para aludir al estado del tránsito en la Ciudad de Buenos Aires, y Conurbano Bonaerense, particularmente en sus vías de acceso y “deceso”.
Hemos “colapsado” en la más amplia acepción del término. En lo personal y por siempre, me ha movilizado la idea de abrir sus ojos y su mente. ¿Lo he conseguido?…”qui lo sá”; ¿sirvió para algo?. Definitivamente, NO.
¿Es probable me dedique a otra cosa?. Difícil; me encanta escribir, y es lo que menos “pior” me sale. ¿Me siento en capacidad de contribuir con algún aporte positivo, tendiente a comenzar a poner las cosas en su lugar, ajustadas a derecho, y sustentados únicamente en la Constitución Nacional?. Sí, me siento en capacidad; la misma que a no dudar, compromete a muchas de las personas con las que mantengo un intercambio de opiniones más que fluido, a través de la web.- Sin embargo, la realidad impone soluciones concretas, y tangibles.
Acá se trata de pensar “en todos”. Acá no se trata de “igualar hacia abajo” – excepción hecha de Ministros y Legisladores – que es la política de quienes se han perpetuado en el poder. El resultado de éste tipo de políticas conlleva a resultados que Ud., tiene a la vista y consideración, sin ir demasiado lejos. Repare en la calidad de vida de los habitantes de la Cuba de Castro; la Venezuela de Chávez, el Ecuador de Correa…ni hablar de la Bolivia de Evo Morales. En éste caso particular, la prueba más elocuente la tiene “en casa”. Cientos de miles de bolivianos, optan por buscar refugio en nuestro territorio Nacional “de puertas abiertas”. La mayoría de ellos, son reducidos a la “esclavitud”, supuestamente abolida por la Asamblea del año 1813, circunstancia que en más de una oportunidad, ha dado lugar al reclamo enérgico del precitado “Evo”, a quien habría que preguntarle, que tan saludables condiciones de vida ofrece a sus connacionales, para que hayan optado por semejante “latrocinio”.
Pero hay otra suerte de colapso que reduce a la mínima expresión a todo otro colapso que por ahí ande dando vueltas. Se trata del colapso mental que padecemos, y no nos permite siquiera distinguir lo bueno de lo malo, lo lindo de lo feo, la mentira de la verdad, la corrupción de la transparencia, la justicia de la injusticia, la, la, lalá. Y entonces, vamos “derechito” a ese infierno tan temido por “El”, lugar del que también se ha apoderado, habida cuenta de “lo quemado” que estaba Lucifer, a quien ya ha desbancado tal cual lo hiciera con “Carlitos”, cuando todavía formaba parte de éste espacio dedicado a los mortales, hasta hace unos pocos años, reconocido como República Argentina.
Ricardo Jorge Pareja