Ricardo Jorge Pareja / parejaricardo@hotmail.com
Sin embargo, también la mueca de la sonrisa cargada de tristeza me suele acompañar, cuando leo algún editorial que nos recuerda…”vinieron por todo”. Y lo de la sonrisa, tiene por sobre todo que ver con la primera frase que ensayé, hace ya unos largos ocho años, publicada para entonces en el Ambito Financiero del fallecido Julio Ramos, o sea cuando Ambito Financiero, era Ambito Financiero no obstante la controvertida personalidad de Ramos, que concedía un espacio al lector, denominado “Gente Enojada”. ¡Ud., lo ha dicho!…vivía y vivo enojado desde entonces, lo que no quita que a ese enojo, le incorpore o procure incorporarle, una buena cuota de humor. Porque finalmente, Ud., ya tiene demasiado con qué cargar, como para hacerle un lugar a mis penas. Ocurre que no había que ser un genio; apenas reparar en los antecedentes que de “EL” se ventilaban en su Santa Cruz natal, y repasar el prontuario judicial de los para entonces colaboradores mas estrechos, la mayoría de los cuales sigue acompañando la indigesta gestión. De entrada nomás, cargaron contra los milicos, y Ud., cándidamente suponía que ahí terminaba la cosa, cuando en realidad, ahí empezaba la cosa, a la que hoy no sabe de qué manera titular. Joderse.
Y cuando uno llora, además de convertirse en un “marica” ocasional, habitualmente extrovierte un sentimiento mezcla rara de culpa e impotencia; también un sentimiento de pérdida, desamparo. También uno a veces llora a la hora de la nostalgia. ¡Sí!; es verdad, también se puede llorar de felicidad…solo que es mucho más difícil. Ocurre que el llanto de la felicidad, es una expresión que habitualmente tendemos a reprimir…nos dá un poco de vergüenza tamaña muestra de felicidad antes nuestros pares. Piénselo.
Para colmo, tanto Ud. como yo, nos acostumbramos a una vida llena de matices, donde hasta confrontaban la pena con la alegría. O cuando menos, cuando esa realidad, nos permitía concederle un espacio a cada una. Hoy todo es distinto. Salga a la calle hoy, y recorra el paisaje que le brinda “la cara de la gente”. De paso, y si lo hace, no deje de reparar en esas otras caras que se reiteran un y otra vez, en la búsqueda insaciable de la presa de turno…porque la tan vapuleada “portación de cara”, existe, así pretendan convencerle de lo contrario, en particular aquellos empeñados igualmente en convencerle, que tanto el bien nacido como el mal parido merecen la misma consideración, por ser todos, animalitos de Dios, expulsados a través de cualquiera canal vaginal.