Ricardo Jorge Pareja, parejaricardo@hotmail.com
A Ud. me dirijo, Carlos Saúl Menem. Ocurre que tengo la costumbre, como tantos otros, de llamarle en función al cargo que ocupara, cuando se trata del máximo al que puede aspirar un hombre, por obra y gracia de la voluntad de los hombres paridos en su misma tierra.
Y fíjese que no lo voté…jamás le hubiera votado. Y no lo tome a mal, estoy invariablemente abonado a las minorías, desde siempre.
Tampoco pretendo hacer desde éste humilde editorial, un repaso de su gestión. Sí recordarle que Ud. nació allá por el 30, y está a punto de cumplir 82 años. Sí recordarle que su hijo Carlos Jrs., fue muerto el 15 de marzo de 1995, cuando apenas tenía 26 años. Sì recordarle que el 24 de Setiembre de 1992, Ud., privatizó YPF, contando obviamente con el pláceme del para entonces Gobernador de la Pcia. de Santa Cruz, Néstor Kirchner, quien interpretó “que dicha privatización redundaría en beneficio de nuestra soberanía” – textual en tercera persona -. Sí recordarle que Ud., fue por dos veces consecutivas Presidente de todos los Argentinos, y le sobró tiempo para privatizar todo, incluida la vida de su propio hijo.
Y me dirijo a Ud., porque entiendo pueda ser la persona más indicada para decirme qué más puede esperar de la vida un hombre que ha llegado a los 82, luego de transitarle “a su manera” como dice Paul Anka. Porque para algunos idiotas, Ud., sigue siendo “Carlitos”, uno de los Presidentes más carismáticos y seductores que reconoce la Historia Argentina…¡bué, vaya también con la historia argentina, ¿no?!. Y Ud., hoy, y desde hace mucho tiempo ya, hace causa común con la Señora – en su momento con “EL” Señor -, quienes por siempre le han colocado a la cabeza, y como corresponde, de la Década infame de los 90. ¡Oiga, señor Presidente!…durante esa década, fue Ud., quien nos gobernó, y según tengo entendido, “un infame”, es aquel que carece de honra, crédito y estimación. Se suele decir…”se trata de un infame que nos ha engañado a todos”.
¿Le teme acaso a la prisión domiciliaria, Señor Presidente?. ¿No cree que de esa manera, la vida le seguiría premiando, al darle la posibilidad de compartir los días que le restan junto a sus nietos?. ¿Sabe una cosa?. Jamás le comprendí, y sigo sin comprenderle. Perdone, señor Presidente.