PROTESTA DE CAME-FECOBA Y COMERCIANTES CONTRA LA VENTA ILEGAL

Por la lucha contra la venta ilegal

¡CORTAME LA CALLE (NO LA MÚSICA)!

Más de 200 comerciantes convocados por la Asociación de Comerciantes de la Avenida Avellaneda, FECOBA – Federación de Comercio e Industria de la Ciudad de Buenos Aires y CAME cortaron hoy por más de una hora la avda. Avellaneda, entre Nazca y Argerich, en reclamo por la venta ilegal.

Hace rato que las dos entidades han comenzado una clara cruzada contra la venta ilegal en las calles porteñas y este corte se suma a la lucha emprendida en la que han obtenido las mejores resultas de la mano de una asociación que no puede fallar: gobierno de la ciudad y comerciantes. El caso de Florida es emblemático, pero no es el único y los resultados de una acción seria y conjunta contra la mafia de los vendedores ilegales que lucha -hasta la fecha- con armas más efectivas (mientras sigan instalados), logrando que haya zonas de la ciudad por las que no se puede transitar.

En el caso de la avda. Avellaneda, las cosas funcionaron desde la unión que provoca la bronca y la injusticia. EL trabajo fue arduo para la gente de FECOBA que hace rato viene comprometiendo a los comerciantes establecidos y al Gobierno porteño a promover acciones de distinto tipo para erradicar esta plaga. Y no fue fácil, pero se logró, aunar las voluntades de los dos grandes grupos locales: los comerciantes judíos y sus pares chinos y coreanos. Pero, la unión hace la fuerza…

Ahora, con esta primer acción conjunta de las fuerzas vivas «legales», las cosas han quedado claras y solo resta esperar el accionar de la justicia y los organismos pertinentes para terminar con esta ilegalidad absoluta que asola las calles de nuestros centros comerciales barriales.

Hoy el desgano le gana la pulseada a favor de los ilegales a muchos vecinos comerciantes y «civiles» y no pocos bajaron los brazos y asisten a diario al festival de males de ponerse detrás de un mostrador. Cada comerciante debe a diario lidiar con las turbulencias de las ventas, el ánimo de sus clientes, los gastos impertinentes y tanto más, y encima lidiar con este mal de la venta ambulante.

POMPEYA: UN CASO MAYOR

Para muestra excelsa de como mal funciona el sistema cuando quiere, podemos citar la situación de una de los históricos centros comerciales a cielo abierto de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires; la avda. Sáenz en Nueva Pompeya.
Sáenz tiene venta ambulante y puestos callejeros desde los ’70’s. Algunos próceres del barrio dicen que todo comenzó cuando el difunto Francisco Rabanal consiguió para seis discapacitados vecinos, igual cantidad de permisos habilitantes para venta en la vía pública.

Será cierto o no, pero hay un punto de partida y de allí en más el cáncer se expandió y mutó la avda. Sáenz en lo que es hoy: un mercado que ni los persas aceptarían por su grado de impresentabilidad. La mugre, la imposibilidad de transitar una avenida como tal, la oferta despareja de productos de origen y calidad cierta de los comercios contra mercaderías que transitan todos los pecados del comercio: vencidas, robadas, falsificadas o producto de manos de obra esclava.

Pero no todos los males se limitan a las mercaderías; en lo humano es mucho peor. Los vendedores ilegales logran torcer la balanza a su favor contra los comerciantes legales de la mano de sus vidriosas inconductas. Es imposible todo trato con ellos. Cualquier disputa de un frentista (comerciante establecido o domicilio particular) termina mal. Hay amenazas y hay co-acción directa y hoy no son pocos (casi ninguno) los que se animan a cualquier denuncia ante las autoridades porque bien saben de la sociedad ambulantes-comisarías merced al «canon» que perciben los muchachos de la gorra azul), que les permite no solo seguir instalados, sino ser los patrones y sotas de la vereda.

No todos son malos, claro. Hay buena gente entre ellos. Son los que están sometidos por sus kapangas a la más abyecta esclavitud. Estos delincuentes no se limitan solo a la negritud de sus mercaderías, sino al abuso de otras personas en su beneficio y no pocos de sus «empleados» son verdaderos rehenes de esta secta de las «mesas y caballetes».

Empero, ¿cómo negarlo?, la situación desfavorable para los comercios instalados ha conllevado a que hoy haya locales vacíos en una zona donde nunca los hubo. La avenida por la que los vecinos salían del brazo y de la mano de sus hijos a “mirar vidrieras” quedó atrás y hoy es un verdadero deporte de aventura transitar sus cuatro baldosas de “paso libre” esquivando basura, mesas y pungas.

Hoy Sáenz tiene un simbolismo mucho más nefasto y peligroso: representa “las ventajas” de la ilegalidad absoluta. Es la manzana de la tentación. Magnifica la idea en cada individuo sobre la inconveniencia de “estar en regla”. El “andar por izquierda” tienta más y Sáenz exhibe los beneficios. Es Sodoma y Gomorra: la tierra de las tentaciones para los que gustan de andar “por izquierda”.

Hoy, el comerciante instalado se mira, y mira hacia su par tras de la mesa que ocupa su vereda; ¿y que ve? Ve una persona que no paga alquiler ni ABL. No paga luz, gas ni agua. Que no aporta por sus empleados. Que no lidia con la AFIP ni con los bancos. Que no tiene que aguantar a la “municipalidad” porque no tiene normas para ellos. Que recibe subsidios y planes sociales -que el mismo paga-. Que lo desafía en cada mirada en la puerta de su local. Que usa su marquesina para cubrirse de la lluvia y del sol.

Hoy, el comerciante instalado ve que esa persona tiene “libertades y ventajas” que él jamás tendrá. Y entonces se preguntará cada día, porqué… Y sí, pero algún día también comprenderá que es hora de “pelearla”. De actuar mancomunados con sus pares y promover el cambio. Pero participando en serio y no esperando que el maná divino les aterrice sobre sus cabezas. Ese día puede llegar. Más pronto o menos cerca. Pero puede llegar. En algunas avenidas ya llegó. Solo es cuestión de empezar.

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