Carriles exclusivos, respeto para todos
DERECHOS PARA TODOS
Cómo hacer para mejorar la convivencia social sin cercenar derechos y el impacto de las protestas callejeras y la necesaria madurez democrática, son cuestiones abordadas por Sergio Abrevaya, quién es abogado y mediador, ex legislador de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y presidente del Consejo Económico y Social de la Ciudad de Buenos Aires.
«Desde los últimos años de la dictadura milito en política en la Ciudad de Buenos Aires y participé con fervor de innumerables manifestaciones y movilizaciones masivas para recuperar la democracia. Ello obligaba, y aún lo hace en casos similares, a reorganizar el tránsito, tanto por vías alternativas para transporte público como para particulares. Pero aquellas manifestaciones eran pocas al año. Por eso rechacé siempre cualquier posibilidad de una mayor regulación que la vigente, en la que sólo se exige el aviso previo, en tanto de esa manera protegíamos un derecho que se había cercenado con sangre y mucho nos había costado recuperar».
«Sin embargo, hoy, treinta años después de aquella denegación de democracia, las protestas han tomado otra dimensión. En los últimos años, cerca de cinco cortes por día de avenidas y calles ocurrieron al amparo de nuestra vieja normativa».
En nuestra ciudad viven tres millones de personas y el doble ingresa diariamente a trabajar, con un desarrollo económico en los últimos diez años que ha multiplicado la generación del Producto Bruto Interno, que representa el 25% del Nacional, y un mayor parque automotor circulando. Cerca de 7 millones de viajes por día se realizan arriba de un colectivo, más del 60% del total de traslado dentro de la ciudad.
«Esa nueva dimensión cuantitativa de viajes, transporte, actividad económica y protestas nos enfrenta a la necesidad de preservar derechos al tiempo que se organiza su ejercicio armónicamente».
«Por supuesto, siempre están quienes para resolver el problema apelan a soluciones más extremas, seguramente en el enojo de no poder desarrollar su realidad en una libertad mayor. Se enoja quien quiere circular cuando se encuentra con un piquete y desea, hemos escuchado, que estén “prohibidas” las manifestaciones».
«El que protesta ya está enojado por su reclamo, quizás justo, y no permite que ninguna autoridad le proponga acotar espacialmente su manifestación, para menor sufrimiento de quienes viajan a trabajar. En general, el razonamiento histórico ha sido que al cortar la calle no sólo se entera la gente, sino que además resulta una presión, cobertura de medios mediante, para los gobiernos que se ven obligados a alguna respuesta antes que permitir el caos por el que algún costo pagaría también».
«Pero hoy la situación es diferente, y ese razonamiento guardaba proporción con la dimensión del corte y manifestación, así como por la frecuencia esporádica. El corte permanente tantas veces por día y a veces por movimientos de tan solo diez únicamente consigue que la gente ni se entere de qué se trata la protesta, exija soluciones brutales y que los gobiernos, ante semejante expansión de carácter permanente, hayan logrado que la bronca se concentre más en los protestantes que en los poderes. Saben que cuando es masiva conviene reprogramar el tránsito y evitar que la bronca se concentre en las autoridades por no prever. También para los medios, en este nuevo escenario los cortes se han convertido en un tema de tránsito y no en el reclamo como noticia. De hecho, hoy, la mayoría de las diarias movilizaciones son informadas por el “servicio de tránsito” de cada medio televisivo o radial, y no como noticia. A eso quedó reducido el efecto de la protesta».
«El caos redunda en una mala calidad de vida. Si todos los días, a quien viaja a trabajar, que espera para poder subir al colectivo lleno, que atraviesa el tránsito, se le agrega media o una hora por un “corte”, su día se convierte en un calvario con consecuencias graves en su mundo laboral».
«Quien se dice progresista no puede eludir ambas situaciones de quienes menos tienen, ni ser tentado por la inacción o por el “no se puede”. Hemos visto, en estos 30 años, cómo no resolver los problemas a tiempo prepara el terreno para que el extremismo pendular en la Argentina aproveche el hartazgo y resuelva los problemas con más daños que soluciones, como en los 90».
«La posibilidad de una nueva norma que habilite dos carriles en avenidas y uno en calles para transporte público traería enormes beneficios a quienes menos tienen. Los que viajan en colectivo no agregarían más tiempo de espera a su largo viaje, y seguirían, a paso algo menor, por el costado de la manifestación que ocuparía los otros cuatro carriles. Los automóviles, como hasta ahora por otra lateral, pero sin transporte público en sus filas. Al dividir el tránsito el particular sufrirá menos, ya que no continuará por un embudo junto al transporte público, liberándolo, ni compartirá con este la lateral, haciendo esa alternativa más viable».
«En el mundo, el transporte público resulta prioritario como política pública para resolver el traslado diario masivo de trabajadores».
En los últimos años se dan cerca de cinco cortes de calles por día
«Un corte de pocas personas en una avenida ocupará pocos metros a lo largo de cuatro carriles, y entonces el transporte público, por esos pocos metros se concentrará en dos carriles y recuperará rápidamente la totalidad de los mismos al fin de los pocos metros de corte».
«Las concentraciones masivas, conocidas por su carácter con mucha anticipación, en el marco de la actual normativa, obligan a los gobiernos a reordenar anticipadamente el tránsito, buscando alternativas para transporte público con muchas horas de anticipación y cortando las calles muchos metros antes para que los desvíos sean eficientes».
«Actualmente, el artículo 78 del Código Contravencional de la Ciudad establece que: “….. El ejercicio regular de los derechos constitucionales no constituye contravención. A tal fin deberá, con razonable anticipación, darse aviso a la autoridad competente, debiendo respetarse las indicaciones de ésta, si las hubiere, respecto al ordenamiento”.
En días de protesta, habría dos carriles en avenidas y uno en calles para transporte público
«Así, emerge como un valor esencial el derecho a la libertad de expresión, que contiene al de protestar, manifestarse y al de criticar a las autoridades, al que sólo les exige dar aviso».
«En la nueva norma, se agregaría a la exigencia de dar aviso la de garantizar la libre circulación en carriles de calles, avenidas y carriles del Metrobús: “…siempre que se garantice la libre circulación en dos (2) carriles inmediatos a la derecha en avenidas, corredores del Sistema de Metrobús, carriles y contracarriles exclusivos y en un (1) carril en las demás vías públicas, para su utilización por los siguientes servicios: el transporte público de pasajeros, las ambulancias, las autobombas y los vehículos de las fuerzas policiales y de seguridad”.
«Sin cercenar derecho alguno podremos, en pos de la convivencia, mejorar la vida de quienes menos tienen, de un lado y del otro, sin restar impacto a las justas protestas, en el marco de una nueva madurez democrática».
En marzo hubo casi siete cortes de calle por día hábil. Fueron un 51% más que en el mismo mes del año pasado. A los reclamos gremiales por paritarias se sumaron protestas vecinales contra la inseguridad, la inflación y la ocupación de predios públicos.