El poema de Gabino Coria Peñaloza alude a un sendero en Olta, un pueblo de La Rioja, pero sin embargo el nombre Caminito está asociado al barrio de La Boca. La música que a esa letra le puso Juan de Dios Filiberto lo convirtió en símbolo de esa zona de la Ciudad y en uno de los tangos más difundidos del mundo. Pero si a Caminito uno le coloca adelante la palabra Teatro, en forma automática surge un nombre: Cecilio Madanes. Y también una historia atrapante que empezó en la mágica Venecia y que durante más de una década y media tuvo a ese lugar como un referente de lo mejor de nuestra cultura.
Todo empezó en 1956 cuando Madanes (1921 – 2000) vio en Venecia una obra que se desarrollaba en un teatro al aire libre. Se titulaba Los chismes de las mujeres, de Carlo Goldoni y la habían estrenado dos siglos antes. Para entonces, el hombre ya estaba metido en el mundo del teatro: no sólo había estudiado en Buenos Aires; también había tenido como referentes culturales en Francia a Jean Cocteau, Georges Braque y Louis Jouvet. Por eso, en 1957, Madanes se propuso realizar esa experiencia de teatro callejero en Buenos Aires y el escenario elegido fue Caminito. Así, la obra de Goldoni se estrenó el 18 de diciembre de 1957.
Según contó alguna vez el gran escenógrafo, director, productor y creador teatral, la idea era que esa experiencia se mantuviera durante un par de semanas. Pero el Teatro Caminito siguió funcionando hasta 1973. Y, entre otros, hubo títulos de autores como Federico García Lorca, Gregorio de Laferrere, William Shakespeare, Conrado Nalé Roxlo o Jean-Baptiste Poquelín, más conocido como Molière. “El Teatro Caminito fue el hijo que no tuve”, dijo Madanes cuando ya había sido director del famoso Teatro Colón y tenía el título de Ciudadano Ilustre de la Ciudad de Buenos Aires. Es que en aquel escenario callejero había visto actuar a figuras como Aída y Jorge Luz, Beatriz Bonnet, Antonio Gasalla, Juan Carlos Altavista, Violeta Antier, Nathan Pinzón, Edda Díaz, Oscar Araiz y Diana Maggi, por recordar sólo algunos.
La magia de aquel teatro callejero también contó con dos cuestiones que resultaron clave. Uno, fue el aporte de color que Benito Quinquela Martín, el gran artista de La Boca y del mundo, le dio a Caminito. Con su asesoramiento, las viejas casas de chapa se llenaron de luminosidad y se convirtieron en la característica del barrio. El otro tuvo relación con la colaboración que los vecinos hicieron para que aquello fuera un éxito. Tanta fue la participación que el agradecimiento “por su simpática y desinteresada colaboración” hasta figuraba en los programas del teatro. Y como si aquello fuera poco, Raúl Soldi y Carlos Alonso se encargaban de diseñar las portadas de los programas.
El miércoles 28 volverán las funciones a ese escenario tan porteño y tan recordado, para confirmar que la leyenda del Teatro Caminito y aquella mística que propuso Madanes sigue vigente. Después de 41 años y con la obra Los veraneantes, del ruso Máximo Gorki (adaptada y dirigida por Lautaro Vilo), el Caminito renacerá. La dirección del teatro estará a cargo de Martín Bauer, músico, compositor y director con amplia experiencia en la gestión cultural. Bauer está relacionado con el trabajo de la Fundación Proa, un centro de arte privado creado en 1996 en el barrio de La Boca. Centrado en la difusión de los grandes movimientos artísticos del siglo XX incluye también propuestas actuales que abarcan la fotografía, el video, el diseño y la música electrónica. La cita de la reapertura está prevista para el miércoles 28 a las 20. Así comenzará el nuevo camino de ese emblema del teatro argentino que marcó época. Seguramente esta será otra historia.