Muchos excombatientes de Malvinas logran rearmar su vida pese a las secuelas
A 34 AÑOS DE LA GUERRA DE MALVINAS, MUCHOS EX COMBATIENTES CONVIVEN CON SECUELAS POSTRAUMÁTICAS CRÓNICAS Y SI BIEN LA GRAN MAYORÍA -MÁS ALLÁ DE LOS 500 SUICIDIOS QUE HUBO EN LOS PRIMEROS DIEZ AÑOS DE POSGUERRA- PUDO CON DIFICULTAD REARMAR SU VIDA, LA LLEGADA DE MUCHOS A LOS 50 AÑOS GENERA REPLANTEOS INTERNOS EN LOS QUE «LA MOCHILA DE LA GUERRA» TUVO UN PESO ESPECIFICO, RECORDARON PROTAGONISTAS DEL CONFLICTO BÉLICO.
«Al no haber sido atendidos nuestros problemas en su momento, hoy todos los veteranos de guerra tenemos un estrés postraumático crónico y de vez en cuando alguno de nuestros compañeros tiene un episodio», aseguró Juan Valdéz, ex combatiente, clase 63 del distrito bonaerense de Quilmes, desde donde partieron 289 soldados para las Islas.
«Hubo secuelas físicas por heridas y amputaciones, y secuelas psicológicas porque quedamos abandonados, olvidados, sin reconocimiento ni atención», enfatizó.
Valdéz, hijo de obrero y que durante el conflicto tuvo un principio de congelamiento en las manos, al concluir la guerra no tuvo la atención que requería: «cuando iba a los hospitales me decían que vaya al ejército y cuando iba allí me decían que no me correspondía la cobertura, sufrimos ese abandono, básicamente sanitario y psicológico», recordó.
Esta situación comenzó a revertirse 15 años después, «cuando pudimos, a través de nuestras organizaciones, implementar el plan provincial de salud mental que atiende los problemas de nuestros compañeros que a través del tiempo siguen con tratamiento», explicó.
Esos planes de salud «se replicaron después en muchas provincias, allí donde hay mucha concentración de veteranos como Córdoba, Chaco, Corrientes, Entre Ríos», señaló.
La vida continuó y aunque «costó rearmar nuestras vidas y hubo más de 500 suicidios durante los primeros 10 años, la mayoría pudo restablecer sus vínculos, pero nos cuesta mantener una relación continua, aunque básicamente buscamos armar la familia como un refugio para nuestra contención».
La gran mayoría de los ex combatientes que en ese momento estaban realizando el servicio militar obligatorio hoy tienen entre 52 y 53 años, una edad en la que «los médicos ya nos habían prevenido que era un punto crítico, en que te caen algunas fichas, y que en nuestro caso iba a pesar la ‘mochila de la guerra’, y que íbamos a tener una recaída en ese momento, que es lo que sucedió», continuó Valdéz.
Aquel 2 de abril de 1982, cuando «íbamos a defender la soberanía, fuimos pensando en nuestros próceres, San Martín, Belgrano, Moreno; no apoyamos la dictadura», recordó el ex combatiente, y añadió que ese día «había una plaza llena de argentinos victoriano a la Argentina donde había carteles que decían ‘Malvinas si, dictadura no'».
En este marco, precisó que entre los traumas y secuelas que dejó la guerra se suman «los 100 casos que tenemos registrados de abuso de autoridad y torturas en Malvinas, por lo que nuestro movimiento de veteranos promueve que sean considerados delitos de lesa humanidad, pero la Corte Suprema hace dos años no lo dictaminó y hoy estamos frente a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos con el planteo de que merecen ser condenados».
En tanto, desde la provincia de Chaco el historiador del pueblo qom Juan Chico, abocado al estudio de la participación indígena en procesos históricos y en particular en la guerra de Malvinas, aseguró que esa participación «quedó invisibilizada», potenciando las secuelas psicológicas que dejó la contienda de 1982.
«Algunos informes calculan que alrededor de un 20 por ciento de los combatientes en Malvinas eran indígenas», dijo en diálogo con Télam tras precisar que registró casos de ex combatientes «de pueblos originarios que fueron torturados, estaqueados, y esto va más allá del período que duró la guerra, por eso estamos trabajando el hecho de que se produjo un cambio cultural en nuestra sociedad, de mirar a los ex combatientes de otra manera, saber que ellos fueron víctimas, porque al principio no fue así».
La discriminación hacia los jóvenes originarios «lo cuenta el periodista y ex combatiente Edgardo Esteban cuando dice que él, por ser blanco, tuvo un trato diferente, y señalaba que un ejemplo eran los correntinos que tuvieron que vérselas con los gurcas, que por ser del norte, por ser correntinos, chaqueños, los mandaban al frente, porue había una concepción ideológica de que vaya el negro, el indio, el norteño, a morir en el frente de batalla».
El investigador destacó que un ex combatiente qom decía que «cuando se hablaba de Malvinas él se callaba porque había una estigmatización sobre ellos porque se había perdido la guerra, entonces ellos callaban, se ocultaban, pero después al trabajar con ellos y ellos sentir que nosotros los valorábamos, empiezan a cambiar y a hablar de lo que vivieron».
Lo peor de la posguerra «fue el abandono y eso en muchos casos sigue pasando porque a pesar delos avances que hubo en su visibilización y organización, están abandonados en lo psicológico, o en otras aspectos materiales como el acceso a la vivienda», afirmó.
2 de abril por Adrián Maggi
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