Siempre tuvieron una excelente relación con el diariero de Av. Nazca y Lazcano, nadie imaginaba que un buen día pasarían detrás del mostrador. Carlos y Paola Sallustio son padre e hija. Viven y trabajan en el barrio de Villa del Parque. Siempre recuerdan ese día del 2008 en el que les ofrecieron cederles la parada.
A Carlos de movida le pareció una excelente oportunidad para encaminarse pensando en el futuro, y así fue, decidieron desempolvar la caja donde guardaban energía y sacrificio, y en el invierno de aquel año, se abrazaron a un sueño que los abrigo.
Al principio Paola fue aprendiendo el oficio detrás del mostrador. Ordenar y controlar la mercadería, exhibir las mejores tapas y, el secreto más preciado de todo canillita, siempre estar atento a los pedidos de devolución. En esa etapa el antiguo dueño se hacía cargo del reparto de diarios a domicilio y colaboraba, cuando no, con las duda que siempre pueden surgir.
De a poco Carlos se fue haciendo diestro con el recorrido del reparto y, entre idas y venidas, algunos olvidos y nuevas esquinas por conquistar, fue saliendo adelante… ganándose un nuevo lugar en el paisaje de cada madrugada del barrio.
En los primeros meses del nuevo año se enfrentaron a momentos duros, la pérdida de un familiar, y el kiosco fue para Carlos un lugar clave para mitigar tristezas. El acontecer del trabajo más el contacto con los clientes lo fueron rescatando del dolor y la soledad.
Por aquellos tiempos vender era otra cosa, no existía la venta por “Call Center” ni ese consumidor frio que se genera con la subscripción. El barrio siempre fue dinámico, pero por aquel entonces la gente circulaba por la avenida con más posibilidades económicas y por lo tanto se generaban más clientes que compradores.
También la historia se cuenta con sonrisas, como el momento en que Paola se ausentó del puesto para ser mamá, hasta se anticiparon al acontecimiento entrenado a un vecino para que la remplazara. Obvio que no fue lo mismo, sobre todo cuando uno ama lo que hace. Hay huellas que son difíciles de recorrer.
En la actualidad Carlos y Paola llevan adelante el puesto “Mis soles” de la manera más eficaz, primero lo conocieron como clientes, y ahora saben como protagonistas, el importante rol que cumplen los canillitas en nuestra sociedad. Por esta razón honran este oficio con la lucha y el esfuerzo necesario que día a día, sin tregua ni descanso, propone la actividad.
Paola dice que pertenecer a la Mutual la llena de esperanza, entendiendo que las cosas pueden ser de otra manera, su filosofía de vida colectiva la emparenta con el sentido de mutualidad. Festeja el haber encontrado personas sin pretensiones ni ambiciones políticas. Carlos dice que en MUTRAVENDIA se funden lazos de amistad. Comparte momentos alegres, ofrece y recibe compañía, debate, participa, fuera de las chapas del “escaparate” para mantener los kioscos en las esquinas y en la vereda, con ese espíritu inquieto del canillita, que escapa de las malas noticias y ofrece siempre una buena señal.