Definitivamente, no fue un buen año para el Gobierno nacional a la hora de hablar de inflación. Lo que comenzó con una devaluación que se fue sosteniendo desde abril y llego a picos de 42 pesos por dólar a fines de septiembre y obligó al Banco Central a intervenir en la política monetaria con el manejo de las tasas a cifras elevadas, desembocó en el nuevo Índice de Precios al Consumidor (IPC) que indicó un aumento de 6,5 por ciento de aumento en los precios a nivel nacional.
Con una leve baja, en la Ciudad registró un alza del 6 por ciento, y acumuló en los 9 meses del año un total de 31,3 por ciento, casi 10 puntos menos que el promedio de todo el país.
Las subas, mayoritariamente, tienen que ver con el área de transportes, alimentos (6,3%) y bebidas no alcohólicas, recreación y cultura. Es que se sintió mucho la actualización que viene llevando el Gobierno en la tarifa del transporte público de pasajeros (colectivo y tren de corta distancia), que entró en vigencia el 15 de septiembre y que pasó de 6 a 13 pesos en lo que va del año.
«Es probable que se siga impulsando un proceso recesivo muy fuerte», aseguró a Frecuencia Zero el director del Instituto de Investigación Social, Económica y Política Ciudadana (ISEPCI), Isaac Rudnik, analizando el relevamiento. En este sentido, el especialista vaticinó que la suba de tasas «logrará una desaceleración de precios, con subas de entre 2 y 4 por ciento en lo que queda del año». Por lo pronto, algunos funcionarios del Ejecutivo ya demuestran cierto temor por la cifra del 50 por ciento anual, una cifra que ya la ven mucho más cerca de lo que esperaban.