Según el último boletín epidemiológico del Ministerio de Salud de la Ciudad de Buenos Aires, los casos positivos de dengue en la Ciudad de Buenos Aires ascienden a 5.909. El 94,8% de las personas no viajaron a una zona con circulación viral, mientras que el 5,2% sí lo hizo. De esta manera, se acerca a los registro de 2016, cuando llegó a 6.241 infecciones.
Por esta razón, consideró que la prevención es la forma de encarar el problema, modificando costumbres de nuestras vidas. En este sentido, llamó a la educación ambiental continua: brindando información y hasta incluyendo la temática en la currícula de las escuelas. Es que «los niños son los mejores transmisores de cambios», afirmó.
En relación a la fumigación, aseveró que no «no es la solución. Por un lado, no hay manera de hacerlo eficientemente dentro de la estructura urbana, para matar a los mosquitos que están en el fondo de las casas. En caso de lograrlo, siguen los recipientes con criadores de larvas. Por eso, es importante deshacerse de estos objetos acumuladores de agua o taparlos. Por último, los venenos generan resistencia en ciertas poblaciones, por lo que sería necesario usar dosis más altas para surtir efectos. No obstante, «no son inocuas para el ser humano».
«Sólo es aceptable en situaciones de transmisión activa de dengue. Entonces, el objetivo es matar a los mosquitos infectados para que no infecten a otras personas», explicó la investigadores del Conicet, en diálogo con FRECUENCIA ZERO.
Al mismo tiempo, planteó que «no hay un único actor que puede resolver el problema», haciendo hincapié en la responsabilidad de la ciudadanía en su casa y del Estado; encargado de promover información y cambios de hábitos, y cuidado de predios públicos.