¿Cómo andamos por casa? de Boris Quercia

¿Cómo andamos por casa? es una comedia de enredos familiares con un estilo más cercano a la televisión de hace unos años.

Una familia tipo conformada por un matrimonio heterosexual y sus dos hijos. El hombre (el además director y guionista Boris Quercia) trabaja en una compañía donde no destaca y se la pasa admirando y deseando lo que tienen sus vecinos: desde el auto lujoso y nuevo hasta la mujer de curvas pronunciadas.

La mujer, la madre de la familia, tiene la suerte de tener su local propio pero lo cierto es que nadie entra en él. En un momento se abre ante su marido y le dice que se siente “como si te invitaran a almorzar pero no hay postre”. Esa frase ingeniosa y de fácil identificación será llevada hasta lo más explícito cuando durante una tranquila mañana en su local, después de escuchar en uno de esos programas que le gustan a alguien hablar sobre la necesidad de resolver cosas del pasado, el mismo pasado entra por la puerta: un ex amor con el que compartirá algunos almuerzos, con postre incluido.

Los hijos también cumplen cada uno una función muy específica y estereotipada. El niño no logra adaptarse y sufre el bullying constante por parte de sus compañeros, siempre en silencio, ya que nadie en su familia repara en su presencia. Su hermana, sin embargo, se lleva la mayor atención de sus padres porque compite en natación y de hecho es quien motiva gran parte de la historia: si se junta el dinero suficiente ella puede ir a competir a Brasil, ya que las condiciones las tiene.

A grandes rasgos, ¿Cómo andamos por casa? muestra a sus protagonistas no sólo lidiando con sus propias vidas, sino intentando conseguir más dinero. Intentar pedir un ascenso, tomar dinero prestado de un compañero copado, meterse en un extraño negocio que involucra apuestas, rentar un cuarto por Airbnb.

Si bien hay una clara intención de retratar a esta familia disfuncional desde lo irónico, de mostrarnos a personajes “perdedores”, que sabemos que nunca se saldrán con la suya -al menos no del mejor modo-, lo cierto es que cuesta mucho empatizar o, incluso, soportar a muchos de estos personajes. Estamos ante una comedia que atrasa: desde las constantes burlas a su huésped proveniente de España como hasta la inclusión de algún “chiste” homofóbico y ni mencionar la resolución que tiene el matrimonio, aquella en la que la mujer decide gastarse su resto de dinero en algo superficial que, en realidad, terminará disfrutando más el marido, lo cual incluso se contradice con la idea de egoísmo que ronda todo el tiempo en el relato junto a sus personajes.

¿Cómo andamos por casa? muestra un montón de lugares comunes y personajes estereotipados. Una comedia que no causa mucha gracia y que pretende reírse de cómo se ven a ellos mismos, personas de clase media que intentan sacar provecho de los demás.

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