“Había descubierto que Cortázar era el escritor que yo hubiera querido ser y el cine era una manera maravillosa de plagiar a un escritor sin cometer delito”, empieza explicando Manuel Antín y luego cuenta que, una vez, Cortázar le dijo que él hubiera querido hacer películas. Ésa relación entre cine y literatura, pero también entre dos amigos cuya amistad floreció a través de cartas, es la que retrata este documental de Cinthia Rajschmir.
Los cuentos de uno de los escritores más importantes de nuestro país funcionaron como inspiración para tres películas de un realizador que terminaría asumiendo, durante el mandato de Alfonsín, como director del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales, eliminando de manera definitiva la censura contra la que tuvo que batallar con sus películas.
Cortázar & Antín: Cartas iluminadas está marcada por el intercambio epistolar entre las dos figuras, con el cineasta en su país y el escritor en París. Piglia escribió que “la correspondencia es un género perverso: necesita de la distancia y de la ausencia para prosperar”. A través de esa distancia, y de esas cartas que a veces llegaban con retraso, es que ambos cultivan su amistad al mismo tiempo que empiezan a experimentar con un cine fuera de su época.
En el medio se cuelan testimonios del propio Antín o de la gente con la que ha trabajado, como las actrices Graciela Borges y Dora Baret, el DF Ricardo Aronovich, o su mujer y escenógrafa Ponchi Morpurgo. Juntos van rearmando la historia de esta colaboración que se transformó en amistad, tanto a base de acuerdos como de desacuerdos. Porque toda adaptación cinematográfica de una obra literaria implica una mutación, y así como en las primeras veces Cortázar se ha manifestado muy conforme (hasta el punto de decirle a Antín que gracias a su película entendió el cuento que había escrito), luego habla de traición con lo que hace en Intimidad de los parques, que está basada en dos cuentos del escritor. A eso se le suma que la película haya sido rodada en Perú y que al regreso se hubiese perdido gran parte del metraje filmado. “En cada escena recuerdo todo lo que le falta”, dice dolido Antín.
Así, escuchar a Cortázar (en una fono carta, por lo tanto en su propia voz) sobre el proceso de escribir diálogos para cine, o leer sus palabras de admiración hacia las actrices elegidas, ver a Graciela Borges recreando uno de los momentos de Circe, la experiencia de Dora Baret en su primer protagónico, o la anécdota sobre manuscritos originales intercambiados, son algunos de los valiosos retazos de los que está compuesto este documental. También aparecen recreaciones animadas con dibujos de Julio Azamor y fotografías de Sara Facio.
Un documental amoroso y bien construido que explora la relación entre el cine y la literatura a través de dos figuras importantísimas y, sobre todo, de la amistad que los unió. “Olvidate de todo, viejo, y hacé la película”, se lee en una de las cartas de Cortázar, y es uno de los mejores consejos que uno puede recibir.