Al acecho de Francisco D’Eufemia

Dos semanas después de caer preso, Pablo Silva es enviado al Parque Pereyra Iraola para trabajar como guardaparques y así empezar a rehacer su vida. Se encuentra con un lugar que parece olvidado y demasiado tranquilo, incluso la gente que trabaja ahí se presenta de una manera fría y distante, aunque luego consiga acercarse un poco más a Camila, una mujer de carácter fuerte pero a quien toma como confidente.

La curiosidad, o algo más, lo lleva a moverse por fuera de los límites y, de a poco, se abre ante él una realidad oculta, tapada. Un zorro atrapado en una jaula, un animal que decide llevarse para cuidar, al mismo tiempo que se va introduciendo en algo que sin dudas parece peligroso. Un zorro no es un animal que se pueda domesticar y, sin embargo, ante él siente una conexión especial, no puede dejarlo. Es un animal astuto que sabe adaptarse. Y, a la larga, es él el que lo dirige hasta el final.

Al acecho abre entonces el tema de la caza furtiva. Silva entiende que si está sucediendo frente a sus ojos es porque algún cómplice hay, alguien está permitiendo que el negocio se mueva.

La película está contada a través de los ojos de su protagonista, un personaje parco que habla sólo lo justo y necesario. Esto hace que lo vayamos conociendo a él, y a ese pasado que parece fuerte y oscuro, en pequeñas partes. Se percibe siempre algo ambiguo, en tonos de grises y con algunas contradicciones. “Quiero limpiar mi nombre. Quiero hacer las cosas bien” dice Silva, pero actúa a veces de manera tan sospechosa como todo lo que se mueve a su alrededor. En este sentido, De la Serna consigue construir a su personaje a través de sus acciones, sembrándonos a veces más preguntas que respuestas.

Y después está el contexto: un terreno que supo pertenecer a los más ricos del país y ahora crece en forma de ruinas, olvidado. Y con bordes definidos cuyos límites no deben cruzarse, apenas acercarse a ellos es exponerse a trampas que podrían ser letales.

A la larga, Al acecho es una pequeña historia sobre un cazador cazado, sobre lo salvaje del ser humano y sobre cómo nos mueve el instinto. D’Eufemia acierta, sobre todo, a la hora de crear climas tan intrigantes como tensos, con justas dosis de suspenso y acción, con algo de western incluso. Para intensificar esa atmósfera también se apela a la banda sonora de Ariel Polenta que funciona tanto en momentos de mayor quietud como en los que se desata la acción.


























Puntuación: 3.5 de 5.

Al acecho es un thriller efectivo que funciona, principalmente, gracias a la construcción de su personaje principal. Un film que consigue buenos climas y que aprovecha muy bien sus locaciones naturales. Una historia pequeña que gana en intensidad a medida que avanza.

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