Caballo de mar de Ignacio Busquier

Un barco llega a una ciudad portuaria y sus marineros tienen siete horas para bajar y volver a abordar. Rolo (Pablo Cedrón en su última actuación cinematográfica) aprovecha para tomar algo en un bar y se cruza con un hombre joven con el que entabla una conversación. Este le pide si puede hacerle un favor: si no vuelve en 20 minutos, llamar a un teléfono y avisar que no va a regresar. Al advertir que se le ha llevado el encendedor, el marinero sale a buscarlo y un golpe lo deja inconsciente. A partir de esa instancia se ve envuelto en una situación que mezcla robos, desapariciones, ambiciones varias.

El protagonista luce desorientado. Un marinero fuera de su ámbito acuático que en tierra firme, un pueblo bastante árido como sus habitantes, no sabe cómo moverse, además de verse inmerso en un hecho que no entiende. Entre la desorientación y la cortedad, Rolo trata de acomodarse con lo que le toca mientras un policía lo obliga a buscar al hombre del bar desaparecido con el botín del robo porque lo cree cómplice.

Busquier arma una historia en la que la información se va entregando a cuentagotas (aunque hay mucha que directamente no se da) y la intriga se apodera del drama para ir desarrollándose, aunque cierto distanciamiento y artificio dificulta la empatía.

Como espectadores sabemos tanto como el protagonista, que es nuestros ojos (y a veces sabemos menos que él, que por lo menos conoce su historia anterior a este presente), mientras avanza a tientas. La composición de Cedrón es central para mantener la atención, pero el guion va construyendo un misterio que, a la larga, cuando va llegando el final, se nota forzado, pequeño y hasta un poco previsible. Como si la forma hubiera sido elegida para ocultar lo mínimo del cuentito y no como el modo que exigiese el contenido.

Es esta una historia de pueblo chico que termina siendo un infierno grande y que ya hemos visto en infinidad de ocasiones. No es ese igualmente el problema de Caballo de mar, sino lo referido y la sumatoria de situaciones que o le escapan a la propia lógica o no alcanzan para convencernos con los parámetros establecidos.


























Puntuación: 3 de 5.

Caballo de mar es un drama de suspenso, con toques de policial, que cumple correctamente pero cierta frialdad y distanciamiento lo dejan a mitad de camino.

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