La historia sigue a Adriana, una mujer cansada del maltrato de su jefe, su esposo, su hijastro, la competencia en el trabajo, sus vecinos, etc. Ni la ayuda de un psiquiatra le calma el dolor que siente, por eso decide ir a un curandero de los Andes. Este tratamiento le hace hacer y decir todo lo que ella quiera sin poder evitarlo.
Ya llevada a un extremo (o quizás porque lo vimos más de una vez), la premisa de que una persona puede aguantar todos los problemas sin alterarse y que necesita una fuerza divina para provocar la reacción acá se desinfla completamente. Los gags y situaciones cómicas tienen la exageración que podríamos suponer de la historia pero están filmadas con una simpleza televisiva que, incluso, incluye planos forzados y hasta publicidades de productos.
Gianella Neyra le pone toda la simpatía que puede al personaje y, en cierta medida, funciona en los dos registros de pasividad y locura, pero no puede hacer magia frente a una película mal dirigida y con un guion ya gastado.
Recontraloca de Giovanni Ciccia quizás pueda divertir a aquellos que no vieron la original o sus múltiples remakes. Fuera de eso hay que dejar de estirar la masa cuando ya vemos que está a punto de romperse.