El mundo entero de Sebastián Martínez

La premisa es clara: seguir la vida de Francisco Piria, un uruguayo con sangre europea que, sorteando escollos y nunca bajando los brazos, pasa de huérfano sin recursos a gobernador de su propio pueblo. En ese camino, el documental nos lleva a recorrer los distintos estadios que este curioso personaje atraviesa en pos de transformarse en una de las personas más exitosas de las que haya registro histórico.

Aunque la pregunta que se plantea el film tiene que ver con la construcción de Piriápolis en sí, el recorrido por el que nos lleva el director va a ser diferente, no nos interesa la ciudad en sí misma, sino la construcción de una utopía, la vida de un hombre que parece no conocer lo imposible y que, por proeza, por alquimia o por una combinación de ambas, logra todo lo que se propone.

El mundo entero nos lleva a recorrer la vida completa de Francisco Piria, adelantándonos desde un principio quién es y qué logró, pero proponiéndonos un viaje especular, entrevistando a historiadores que ahondan en lo fáctico de su obra, en los datos recabados sobre él como persona e incluso en todo lo referente al posible aprendizaje de la alquimia y cómo esa doctrina pudo haber sido responsable en parte de su éxito.

Lo cierto es que mientras todas esas miradas no se contradicen, tampoco se tocan y cada historiador busca sostener su punto de vista como el preponderante, los logros en la vida de Piria se suceden uno tras otro y en contra de todas las adversidades que el destino pone en su camino.

La visión del director Sebastián Martínez es hipnótica. Comparte con los historiadores la fascinación por la vida de Piria, pero sobre todo nos transporta como espectadores a una Piriápolis alejada del centro turístico que puede ser hoy, una ciudad soñada, un proyecto de ingeniería, arquitectura y planeamiento que parte de un descampado minero transformándolo en un pequeño pueblo que deviene en una ciudad, pero que en cada detalle arquitectónico denota una mirada transcendental de lo que para otros sería mundano, la personalidad de su fundador enmarcada en cada una de las piezas construidas.  

La música que impregna el film nos transporta a un universo de misterios y epopeyas que no tuvo precedente en la historia y que sólo sería repetido en el monumental proyecto que Walt Disney lleva a cabo en el estado de La Florida, EEUU, y que, tal como ocurre con este último, está tan teñido por la magia que cualquier intento de racionalización se muestra fallido.


























Puntuación: 3.5 de 5.

El mundo entero es un fascinante paseo estético y de descubrimiento, pero no del proceso de creación de una ciudad por parte de un particular, sino de la vida y el espíritu de ese personaje: Francisco Piria, un hombre que está rodeado de un halo místico que es tan intrigante y fascinante como para que, ni el director ni el espectador quieran descubrir toda la verdad que yace latente en cada centímetro de construcción de esa obra monumental que es Piriápolis.

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