En Código de Barras conversamos con Iván Cachanosky, el economista que es Jefe de la Fundación Libertad y Progreso.
Lo consultamos respecto de la relación de nuestro país y el FMI, en perspectiva para este 2021 que comienza a andar y que se verá atravesado por la pandemia, los pagos de servicio de la deuda externa y el primer examen electoral del gobierno.
El debate de la política argentina se desarrolla a partir de si el FMI impondrá un plan económico y un plan de ajuste, o si el gobierno podrá cumplir con los pagos y manejarse con cierta independencia en estas dimensiones.
En primer término, el profesional advierte sobre la discordancia del gobierno entre su decir y su hacer ejemplificando su razonamiento con la negociación de la deuda con los acreedores privados y los términos y porcentajes logrados.
Sin embargo, hoy el gobierno está en condiciones de negociar los objetivos sin aceptar políticas económicas ni ajustes mientras pueda cumplir el cronograma de pagos. La opción del gobierno se inclinaría en una reforma tributaria para orientar la recaudación, en un régimen regresivo que aumentaría la presión sobre los contribuyentes.
La urgencia de divisas se tendría atenuar en el crédito de otros organismos internacionales que diversifiquen la cartera de proveedores y disminuyan la dependencia con el FMI. El año electoral le impone al gobierno evitar la devaluación del peso y la disparada del dólar.
A corto plazo, el gobierno cuenta con los agro dólares y el beneficio del aumento de precio de los comodities, los bonos en dólares que ANSES puede vender en el mercado para mantener los valores del dólar paralelo. El rebote de la caída del crecimiento económico también encontrará su estancamiento en 2022 y tomará los niveles negativos del 2019 y que fue la constante en el gobierno macrista. La caída de la demanda, la emisión y la inflación son variables volátiles que atender en un delicado equilibrio que depende de un desequilibrio estructural que Argentina arrastra históricamente.