Hay un proyecto del presidente de la Cámara de Diputados de la Nación, Sergio Massa, para modificar el régimen de Ganancias y que comiencen a pagar aquellas personas que ganen más de $150.000. La oposición apoya este proyecto y se analizan modificaciones y su tratamiento en sesiones extraordinarias.
El abogado laboralista Juan Pablo Ruiz, se refirió a este tema y opinó que el proyecto es bueno asumiendo que nuestro sistema tributario es sumamente regresivo. La actualización de ganancias siempre va detrás de la inflación, y encuentra sus propios límites en la depreciación de la moneda.
Ruiz cita un ejemplo, contando que el ministro Guzmán visitó la planta de Toyota y, tanto los directivos como los operarios, le hicieron saber que no se tomaban horas extras para incrementar la producción porque lo que percibían iba directamente al pago de Ganancias lo que trababa ese incentivo. Lo mismo ocurre en la industria petrolera y en la Patagonia donde los sueldos son más altos.
El análisis del borrador del proyecto, al que tuvo acceso Ruiz, le provoca una aceptación a la lógica que plantea, teniendo en cuenta que fue un impuesto pensado para que lo paguen las empresas y no los trabajadores. En la década de los 70, el 75% de la recaudación del impuesto provenía de empresas y un 25% de empleados en relación de dependencia. Desde hace unos quince esta relación se invirtió.
El proyecto busca que solo el 10% de los trabajadores registrados sean alcanzados por este impuesto. “De otra manera se desvirtúa el objeto del impuesto y es violar la ley”, señala el autor del libro “El salario no es ganancia”.
El proyecto además implica un piso alto para las jubilaciones, teniendo en cuenta que no tienen muchos ítems que deducir de ganancias.
Sin embargo, la posición personal de Ruiz es que salario de un trabajador en relación de dependencia no debe ser sujeto de impuesto a las ganancias y que no fue creado para este fin. El salario carga con el IVA y genera una presión fiscal excesiva para un ingreso destinado a la subsistencia, la educación, el descanso entre otras funciones.
Además tiene consecuencias antieconómicas, tanto para el Estado como para la economía. La presión tributaria excesiva sobre el salario, provoca que el trabajador ante la oportunidad de ganar más, decida no hacerlo y usufructuar su tiempo de otra forma. «La presión tributaria que tienen un trabajador asalariado de la Patagonia es mayor que la que tienen los bancos. Ni hablar si gravara la renta financiera», sentencia el especialista.