Perseverar ante todo obstáculo

Verónica Ledesma, head coach de Iron Tiger Fitness, en comunicación con FRECUENCIA ZERO, cuenta su experiencia sobre cómo fue atravesar la pandemia con su emprendimiento y cuáles fueron las decisiones que debió tomar para seguir adelante.

El COVID-19 modificó toda la vida cotidiana a todo nivel. Hubo muchísimas personas que no solo se vieron preocupadas por las consecuencias sanitarias del virus, sino también por cómo iban a verse afectadas en su fuente de ingresos. Este es el caso de Verónica Ledesma, una de las fundadoras de Iron Tiger Fitness, uno de los primeros emprendimientos que introdujeron el crossfit –un entrenamiento de alta intensidad– en nuestro país. Con el advenimiento de la pandemia, cómo iban a poder sostenerse era una incógnita: «Lo único positivo es que teníamos local propio; si hubiésemos estado alquilando tendríamos que haber cerrado. En el momento que arrancó la pandemia contábamos con 120 socios de base y 5 personas a cargo. Como todo local a la calle pagamos impuestos, tasas municipales y todos los cargos que vienen de llevar adelante un comercio. Cuando en un primer momento dijeron que cerrábamos por 15 días, yo vi venir que esto no iba a ser así y me volqué a las opciones digitales: grabé clases, hicimos clases por Zoom y desarrollamos una plataforma para que la gente pudiera seguir entrenando por este canal. A pesar de estar cerrados, seguimos por un largo tiempo pagando todos los impuestos, todo lo que estaba dentro de lo legal. No hubo recorte de estos gastos hasta el mes de julio. El único beneficio que tuvimos fue el ATP por todo el personal hasta septiembre».

Sobre cómo tuvieron que adaptarse al nuevo contexto, Verónica Ledesma señala: «Cuando nos dimos cuenta de que la cuarentena no iba ser de corto plazo, empezamos a alquilar los elementos de entrenamiento y ofrecer una planificación personalizada. Con esto podíamos cobrar un poco más por los servicios para equiparar los costos que teníamos. Luego, en febrero de este año cuando nos permitieron reabrir, desarrollamos un protocolo para hacerlo de forma segura. Lo bueno en los espacios de crossfit es que tenemos espacios grandes. Por ejemplo, en nuestro caso, tenemos 210 metros de espacio libre, nos pedían 6 metros cuadrados con distancia de 1 metro por recuadro. Esto lo cumplíamos bien. En cuanto al protocolo, lo hicimos cumplir a rajatabla: controlamos que no hubiera ningún tipo de propagación. De todas maneras, no nos pasó que alguien haya dado positivo o que una persona que haya tenido un contacto estrecho fuera parte de las clases. Y aunque nos iban permitiendo incorporar más personas a los entrenamientos, nunca quisimos pasar de 12 personas por seguridad. En cuanto a los controles, tuvimos solo dos inspecciones, pero el protocolo funcionó porque nosotros fuimos absolutamente exigentes con el cumplimiento».

Como conclusión, la entrenadora comenta que toda la experiencia tuvo como fruto el aprendizaje de cómo sobrellevar el cambio de escenario: «Es difícil entender cuando algo te afecta de manera más directa, cuando las restricciones son tan fuertes. Todo sirvió para desarrollar cosas que ahora nos sirven y también para ver cómo articular nuevas formas de seguir adelante, como por ejemplo entrenar al aire libre». Se puede encontrar más información sobre este emprendimiento en su cuenta de Instagram: @irontigerfitness.

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