Si algo destaca a la línea G de Motorola no es necesariamente su perspectiva innovadora, sino la reafirmación de un concepto. A lo largo de su historia –que está por cumplir una década desde el lanzamiento de su primera generación en 2013–, los Moto G han sido siempre equipos de confianza para comprar o recomendar. Una gama media que no sorprende pero tampoco defrauda. A continuación, el análisis en Bitwares del sucesor de un superventas: el Moto G8 Power.
ROBUSTO PERO POCO AMIGABLE
El Moto G9 Power, con sus virtudes y sus defectos, no ofrece un gran salto en relación con sus predecesores, sino que se acomoda dentro del segmento para dar batalla, más por historia que por prestaciones, a sus contrincantes más cercanos.
De entrada nomás, su pantalla de 6,8 pulgadas llega para dividir las aguas entre los equipos “amigables” con la mano o el bolsillo, o los que buscan una ventana de entretenimiento sin importar las consecuencias. Para los segundos, la buena noticia es que el panel de resolución HD+ de 1640 x 720 píxeles presenta una imagen nítida y contrastada. Y a pesar de que las especificaciones lo clavan en 60 Hz, cumple en el uso hogareño no exigido. Es decir: videos y películas sí; juegos no tanto.
POTENCIA A MEDIDA
Como es de esperar en un gama media que se precie de tal, el Moto G9 Power incorpora el procesador Snapdragon 662, que ya ha demostrado sobradamente su calidad para el manejo de aplicaciones, gráficos y multitarea, a pesar de que sus 4GB de RAM a esta altura suenen a poco.
Con un uso intenso la navegación entre pantallas es un placer, como así también la velocidad de respuesta. En este apartado, mano a mano con un gama alta no se nota mayor diferencia.
Sin embargo, lo anterior todavía no justifica su denominación de “Power”. Porque lo descripto no hace más que confirmar la experiencia de la marca y su justificado posicionamiento en un mercado cada vez más competitivo. Pero entonces, ¿cuál es ese diferencial “poderoso”?
BATERÍA INFINITA
No es novedad que hoy el diferencial a la hora de elegir un smartphone sea su autonomía. La capacidad de la batería es la preocupación más grande del usuario medio. Porque la mayoría de los equipos se ven más o menos lindos, pero el que gana la pulseada (siempre que el bolsillo lo permita) es el que llega cómodo con la carga hasta el final del día. Y ni hablar si completa 48 horas sin enchufarse.
El Moto G9 Power es esto y mucho más gracias a su batería de 6000 mAh. El manual asegura 60 horas de diversión ininterrumpida, pero se excede en su entusiasmo. Aunque no sea para tanto, la autonomía sorprende y se agradece.
Luego de casi un mes de uso diario, que incluyó tareas profesionales, llamadas de voz, videollamadas, maratones de series en streaming y un par de horas de ocio jugando, el equipo no necesitó cargarse por algo más de 48 horas. Más de dos días de un uso mayormente exigido que lo habitual y la batería ni se enteró. Eso sí, cuando llegó el momento de cargarlo, la anunciada “carga rápida” no fue tan prometedora y, al menos con la fuente que viene incluida, le llevó unas cuantas horas (más de ocho) para estar nuevamente a punto.
De todos modos, siempre es una grata sorpresa encontrar que haya tanta preocupación en este apartado para equipos de gama media, cuando hasta no hace mucho “batería generosa igual a gama alta” era la resultante de una ecuación frustrante para la mayoría de los consumidores.
¿UNA IMAGEN O MIL PALABRAS?
Si más arriba se resaltaba que una batería duradera es fundamental a la hora de elegir qué equipo comprar, el segundo ítem en el podio de la exigencia es la cámara. Y acá es donde empiezan los problemas.
Se sabe que la regla “a más píxeles mejor foto” es una falacia. Hace rato ya que los profesionales del rubro dieron por tierra con esa idea, desarrollando las más complejas teorías basadas en la combinación de lente, hardware, software, etc. Si bien lo anterior no deja de ser una buena noticia para el usuario promedio, también es cierto que cuando la conjunción de todos estos elementos no funciona del todo bien, la experiencia es frustrante.
Y así se llega al punto menos logrado de este Moto G9 Power, que es su desempeño con las imágenes.
“Triple cámara con sensor de 64 megapíxeles. Tecnología Quad Píxel que permite que todas las fotos salgan nítidas y brillantes gracias a la sensibilidad 4 veces mayor a la luz” y qué sé yo cuántas cosas más describe la publicidad. Aunque algo de razón tiene, porque al aire libre y con buena luz, el resultado es muy bueno. La nitidez, los colores, el balance de blancos: todo funciona como se debe, desde el paisaje al pleno detalle. Incluso, la tonalidad de la piel es captada por la cámara con generosa exactitud, tanto imagen como video (Full HD).
Sin embargo, cuando las condiciones no son las apropiadas o la idea es registrar algún suceso en interiores, la experiencia es bastante más frustrante. Sin entrar en configuraciones personales (porque no es la idea de esta review), al modo automático le cuesta el foco y es bastante menos sensible a la poca luz de lo que promete en su presentación. La cámara frontal cumple, pero también es cierto que se le suele exigir bastante menos. Y aunque su performance no fuera superlativa, todo es arreglable con un filtro de Instagram.