El dolor de estar vivo es el infierno propuesto en esta obra para tratar de convivir y salir airosos en cada huída del dolor cuando somos puestos a vivir.
Fabio Wasserman es el autor del libro El lado solitario del rio. Esta obra fue editada en 2020 en medio de la pandemia. Y se preveía que viera la luz en la Feria del Libro. Sin presentación oficial de esas que son cara a cara con el lector, su recorrido, por ahora, es virtual.
La repercusión que viene teniendo es muy buena. “La editorial Corregidor cuando le envió los libros a la prensa, tuvo una reacción muy inesperada. Inesperada para mí. Publicaciones o medios como Página 12 en Radar Libros o Tiempo Argentino, tuvieron muy buenas críticas. Yo creo que el libro se encontró con muy buenos lectores, no por la calidad de los mismos, sino que dio con sus lectores. Esto no es algo que pueda darse normalmente. A veces soy amigo de algunos libros y me siento lector y a veces no”.
Es un libro de cuentos, que si bien es una gran tradición en el Río de la Plata, es un género donde es difícil encontrar un corpus que mantenga una temática en los diferentes cuentos y este libro lo logró y tuvo una muy buena recepción. “La devolución que fui recibiendo del libro sobre esto es que le aportó mucha visibilidad”, analiza Fabio respecto de la obra literaria.
Son 9 cuentos escritos en los dos años anteriores de su publicación. Escritos nocturnos del autor envueltos en la soledad propia y la que reflejan los cuentos. “La escritura es un momento de mucha soledad. El libro y los personajes transcurren por el camino de la soledad. Y en proceso de escritura hay una corrección posterior sobre la narración. No sobre lo que se va contando. Soy de la idea -que hace poco leía también de César Aira- de no reescribir sino de corregir eventualmente algo de la narración. Uno en la vida no tiene la chance de reescribirse. En el pasado, lo que pasó, pasó. Uno si tiene la chance de corregir, más adelante, en otro cuento o en otro capítulo, lo que los personajes fueron viviendo y como desviándoles la propia vida”.
“Somos seres puestos a vivir y los personajes también lo son. Uno se las tiene que arreglar como lo hacen esos personajes con sus propios infiernos. Infiernos de la cabeza con el que uno trata de convivir y tratar de salir airoso. Como en los cuentos del libro sucede, los personajes van huyendo del dolor y de aquellas situaciones dolorosas a las que nos enfrentamos, En esa huída, siempre al final se termina en la muerte”.
Los cuentos fueron escritos antes pero escribir durante la pandemia resulta un salvoconducto para el autor. La pandemia es una circunstancia muy dramática que logró dejar a la vista la dolorosa soledad en la que vivimos. La soledad que implica encontrarse con sus propios infiernos. Allí es donde está la desolación. “Esos propios infernos que uno replica en los cuentos, en una convivencia de pareja, en los retos de un padre que estuvo siempre ausente. Es decir, creo que la pandemia a modo social, a modo colectivo y también, a modo individual nos puso frente a frente con ese estado de soledad”.
Los cuentos transitan lugares a los que todos, de alguna manera, todos estuvimos transitando. La desesperación frente al abandono, la culpa, la madre que puede estar ausente por una demencia como lugares comunes a esos personajes que ilustran tanto a su autor como a cada lector.
La obra tuvo una presentación oficial con la editorial por un vivo de Instagram. Tuvo varias y entre ellas, una en el Museo de Arte Contemporáneo del Sur (MACSUR) en el contexto de presentaciones que surgieron desde lectores que se encontraron con el libro y quisieron hacerle una presentación. Para sorpresa de Fabio, los que propiciaron conversaciones donde hablar del libro fueron los destinatarios de la circulación que tuvo la obra.