Monster Harvest Review: ¿Stardew Valley con pokemones?

Luego de ser retrasado una y otra vez, Monster Harvest, de Maple Powered Games, finalmente pudo ver la luz del día. Este nuevo simulador de granja viene con una pequeña vuelta de tuerca: podemos convertir a nuestros cultivos en una suerte de pokemones.

Monster Harvest se encuentra disponible para PC, PlayStation 4, Xbox One y Series X/S y Nintendo Switch.

*Introducción*

Ya son decenas los simuladores de granjas disponibles en el mercado –y hay muchos más próximos a salir–. El éxito que logró cautivar el Stardew Valley hizo que muchas compañías apuesten por tener un producto similar. El problema es que, claro está, la mayoría de estos títulos terminan siendo la copia de la copia, lo que significa que, a la larga, todos terminan siendo casi idénticos entre sí.

¿Qué puede hacer una desarrolladora frente a esto? Reinventar la rueda claramente es imposible, pero sin embargo se puede poner un poco de voluntad y buscar hacer algo que destaque frente a la amplia oferta existente.

Es así que Maple Powered Games, con aciertos y errores, lanzó, finalmente –fue atrasado múltiples veces– Monster Harvest. La desarrolladora se animó a darle una vuelta de tuerca a este estilo de títulos: podemos convertir a nuestros cultivos en planimales, una suerte de pokemones.

Un híbrido entre Stardew Valley y Pokemón

Monster Harvest es, como dejé claro previamente, un simulador de granjas. Es por eso que parte nuestro día a día se basará en, justamente, plantar cultivos. Es acá donde hay un pequeño problema. Esta actividad se hace, en un comienzo, muy tediosa. La energía que se nos da se agota en cuestión de segundos. Basta con sólo regar y plantar pocos cultivos para estar completamente agotados. Frente a esto se nos da la magnifica (no) opción de dormir hasta más tarde. De esta manera, nos despertaremos, a la noche, con parte de la energía recargada.

Si tenemos en cuenta que es, justamente, un simulador de granjas, en el cual, por obvias razones, necesitamos plantar cultivos, el hecho de quedarnos sin energía a los pocos segundos hace que la experiencia pierda gran parte de su atractivo.

Sin embargo, este pequeño (?) desacierto queda eclipsado al momento de nacer nuestro primer planimal. Estos cultivos mutantes son claves para adentrarnos en las aventuras que nos ofrecen en Punto Planimal. Es con la compañía de ellos –y sólo con ellos– que podemos adentrarnos en las minas.

Es dentro de estas minas donde Monster Harvest logra diferenciarse de otros títulos. En estos aposentos podremos pelear con otros planimales. El combate es, también, al mejor estilo Pokemon: por turnos. Cabe destacar además que, si bien no hay tipos, cada planimal cuenta con habilidades, activas y pasivas, propias.

En caso de ser derrotados, nuestros planimales corren con una peor suerte que en Pokémon. Desgraciadamente, no hay posibilidad de ir a un centro a curarlos. Lamento informarles, queridos lectores, que su pequeño compañero se fue para siempre. Pero no todo son malas noticias. Su muerte no es vano: se nos entregarán una suerte de corazones con el que podremos mejorar la tierra de nuestra granja, lo que permitirá que nuestros planimales nazcan con un nivel superior.

Una clara falta de contenido 

Si bien la fusión entre Stardew Valley y Pokémon suena, en papeles, más que interesante, al resultado final le falta, por el momento, bastante pulido. La parte de simulación de granja deja mucho (muchísimo) que desear. Lo mismo ocurre con el formato Pokemón. En ambas instancias hay una clara falta de contenido.

En este sentido, la historia general del juego no corre con mejor suerte. Nos comentan un poco quiénes somos, qué es Punto Planimal, por qué queremos ahondar en esta aventura y nada más. Las conversaciones con otros personajes resultan superficiales y aburridas. En ningún momento el juego nos impulsa a querer generar un vínculo especial con alguno de ellos.

Y, para seguir por estas líneas, la situación tampoco mejora en cuanto a su apartado gráfico. Los diferentes escenarios que se nos muestran son completamente iguales entre sí. Ni siquiera hay una clara diferencia –más allá de las tonalidades– entre las diversas estaciones. En lo único que se puede apreciar variedad de contenido y de estilo es en los planimales. También se puede destacar su apartado sonoro, que sabe acompañar la propuesta y ofrece variedad frente a las distintas situaciones.

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