Salimos jugando

Vanesa López (VL) y Nuria Figini (NF) son las directoras de un club sostenido por mujeres y lesbianas que trabaja para resignificar el fútbol a través de una impronta autogestiva.

El espacio propio

VL: Le ponemos mucho esfuerzo a la gestión, un aspecto que generalmente falla en los clubes de barrio y en las organizaciones sociales. Buscamos que sea un proyecto rentable y que se convierta en un espacio sustentable. Nos esforzamos mucho en lograr la participación de las mujeres y de las disidencias para ponerle cabeza y que sea realmente sostenible. 

Nuria me preguntó: “¿Hacemos una escuela?” y yo le dije: “¡Vamos!”. Eso pasó hace tres años y éramos nosotras dos. Empezamos con una clase con cinco chiques y hoy somos un espacio que tiene quince clases, trescientos alumnes, dos torneos en los que participan entre treinta y cuarenta equipos y un grupo de trabajo de quince personas. Hemos crecido con aprendizaje e intercambio junto a toda la gente que se apropia realmente de este espacio. Acompañamos a la gente que viene, pasa y juega con nosotres. 

NF: Sentíamos que debía ser diferente. El fútbol masculino para nosotres es muy contradictorio. Queríamos romper con todo eso y generar otro tipo de fútbol: un juego que se base en el disfrute y pensado desde otro lado. ¿Porque si yo vengo a jugar la paso bien?, ¿y si voy a competir la paso mal? ¿Por qué tengo que ver a la persona que está en frente mío como una rival, como alguien de quien no me importa nada? ¿Por qué no puedo disfrutar del juego en una competencia? Lo que queríamos era romper con estas cosas: la rivalidad acérrima de les fans de diferentes clubes. Arrancamos con la idea del feminismo en el fútbol y en todos los espacios que habitamos.

VL: Eso es lo que nos interpela día a día: poder llevar la impronta feminista que fuimos construyendo en las calles a estos espacios, dándonos cuenta de que era una necesidad y de la urgencia de un espacio como este para transformar el significado de jugar y ganar. Desdramatizar el enfrentamiento, admirar la calidad del juego propio y ajeno y festejarlo entre quienes compartimos la cancha.

El juego

VL: Como mujeres y disidencias convivimos con violencias y frustraciones patriarcales día a día. Necesitamos construir nuestros acuerdos. Los partidos son autorregulados; no hay figura arbitral ni en la escuela ni en el torneo. Transmitimos esa misma impronta en la cancha y entre nosotres. Es algo muy novedoso, raro, porque no es lo “normal”. Al principio, nos pedían que hubiera una figura arbitral porque es lo normalizado, pero trabajamos mucho tratando de transpolar esa pedagogía. Somos profes y queremos saber qué pasa mientras jugamos: cómo nos sentimos. No venimos solo a jugar. Nos traspasa en un montón de dimensiones que queremos abordar y construir comunidad.

NF: Teníamos muy claro lo que no queríamos. Teníamos una certeza muy grande de que podíamos construir otra manera de jugar. Hay un deporte que se llama Ultimate Frisbee, que tiene competencia internacional y es autorregulado. Y si en este deporte se puede, ¿por qué en el fútbol no?

Nuestro club

NF: Formalmente, el mes que viene pasaremos a ser un club (algo que nos costó muchísimo), bajo la figura de asociación civil. Hay dos cosas que son muy características de este espacio: muchas mujeres y disidencias piden permiso para jugar y para dar el paso que su género detuvo, que la norma heterosexual no animó. Les da miedo. Los pibes nacen y les ponen una pelota en los pies. Nosotras entendemos eso, hemos entrenado en muchísimos espacios. Pasa que vas a otros lugares con DT hombres y hay un montón de cosas que no entienden de nosotres. Acá no hay sistema de premios y castigos. 

Intentamos darles todas las herramientas a quienes se acercan a este espacio, para que se animen, para que arranquen, para que jueguen. No tienen que saber gambetear para jugar. Para jugar, tienen que aprender a apropiarse del juego. No es solo fútbol, hay un montón de cosas atrás que sostienen el miedo a jugar. Hay que animarse, hacerlo nuestro y disfrutar el camino.

VL: Uno de nuestros diferenciales es acompañar ese proceso, por haberlo conocido y por entenderlo. Tenemos prácticas distintas de las que tienen los varones, que, a nuestro parecer, son prácticas violentas. Acá no hay castigo. Todo el equipo de trabajo y las profes estamos construyendo una forma distinta de transmitir el fútbol. Si te equivocás, está todo bien. Sostenemos un proceso en el que nos abrazamos en la frustración, para sobrellevarla y seguir adelante. Eso nos llena de orgullo para seguir creciendo. Lo que quisimos para nosotras era una necesidad de muches y estamos construyendo un espacio que nos representa, nos enorgullece y le hace mucho bien al colectivo.

Bienvenides

VL: Algo muy loco que nos pasó cuando empezamos a buscar lugares es que la gente de los espacios nos decía: “No quiero ver más chabones porque se cagan a puteadas, se pelean, arman bardo antes de empezar a jugar”. 

NF: Se nota mucho la diferencia cuando termina nuestro torneo y empieza el de varones. Nuestros torneos son autorregulados. No nos hacemos trampa. No sacamos ventajas. Si se me fue la pelota, lo digo. Si cometí falta, lo acepto. Acá no se pechea al otre. Cuidamos nuestro fútbol, el que construimos. Lo difícil es sacarle al fútbol toda esa parte violenta; jugar sin mentir. Lo que se ve en la tele es un fútbol que miente. No deberíamos perder nuestra integridad personal para jugar y ganar. 

Acá todos los equipos quieren ganar, pero la manera es otra. Hay una lista abierta para que, mientras se van desarrollando los torneos, se vaya sumando gente. Construimos acuerdos: una persona puede jugar en más de un equipo y, si falta una, sumarse al equipo que la necesite. Durante muchísimo tiempo estuvimos relegadas y alejadas del fútbol. Suena horrible. Entonces, lo transformamos y logramos tener una herramienta que haga del fútbol lo que nosotras queremos. Le sacamos lo patriarcal, lo machista al fútbol. Jugamos con empatía.

Logramos conformar un equipo de trabajo que transmite la misma forma de ver el fútbol y la misma impronta, y estamos superorgullosas. El feminismo nos dio un montón de herramientas para sobrellevar situaciones con las que convivimos. 

Direcciones:

Ramírez de Velasco 1040, CABA

Juan B. Justo 2002, CABA

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