La cita del arte popular

En esta oportunidad, entrevistamos a Carlos Díaz, director de la murga La Gloriosa de Boedo, en virtud del ritual popular que reúne la festividad del carnaval.

Para quien no ha tenido la oportunidad de conocerlos… ¿Cómo presentarías a La Gloriosa de Boedo?

La Gloriosa de Boedo fue fundada el 17 de octubre de 1997 en nuestra casa, la Homero Manzi, en avenida Belgrano entre Boedo y Maza. Para todos nosotros, las y los integrantes, nuestra murga es una gran familia, un espacio social, cultural y artístico, de creación colectiva donde todos tienen la posibilidad de crecer. Es un espacio solidario donde todos y todas tienen las puertas abiertas.

¿Cuáles son tus tareas principales como director de la murga?

Mi tarea como director, principalmente, es coordinar y organizar todo lo relativo a lo artístico; contribuir desde lo humano, encargarme de la cuestión logística y organizativa. La murga tiene varias áreas: la percusión, las mascotas (que son los más pequeñitos), las pre-murgueras, el grupo de las chicas, el grupo de los y las bailarinas del fondo, las fantasías (que son todo lo referente a la decoración de la murga: banderas, sombrillas, dados). La tarea es coordinar todo eso para que el espectáculo sea integral y pueda brindar a los vecinos y vecinas de los barrios por donde sale La Gloriosa toda la mística del carnaval. Hoy contamos con responsables de cada área y podemos trabajar en forma organizada y de forma conjunta, de una manera más fácil y más cómoda para que no recaiga toda la tarea sobre pocos. Es un orgullo y un desafío muy grande para mí llevar la dirección general de la murga.

¿Qué supone la llegada de cada carnaval y cómo lo viven ustedes?

Como murgueros, nos pasa a todos y a todas: estamos todo el año esperando febrero, como cuando sos jugador de fútbol y te preparás en tu club para jugar el mundial. Nuestro mundial es una vez por año en febrero. Durante el año ensayamos, tenemos actuaciones; es como si jugáramos nuestros partidos. Pero nuestro mundial es en febrero. Lo esperamos ansiosamente para poner lo mejor de nosotros y mostrar todo lo que estuvimos preparando y practicando durante el año. A veces, llegamos a último momento porque así es la vida del murguero, pero esperando ansiosamente cada febrero. Lamentablemente, para todos nosotros, pasa muy rápido. Y volvemos a transitar otro año de trabajo y espera con renovadas esperanzas y voluntades, siempre.

¿Cuál es el rol de los vecinos y del público en general en los carnavales?

Los vecinos y las vecinas, toda la gente de los barrios que se acerca a los corsos, para nosotros, cumplen un rol fundamental porque, además de las murgas y agrupaciones de carnaval, ellos son los protagonistas de la fiesta popular, una parte importantísima de los festejos, del arte de los corsos y del carnaval porteño. Sin murgas no habría carnaval; y sin vecinos y vecinas, tampoco. Son las dos partes del carnaval que están íntegramente unidas. Desde el espectáculo, desde el mensaje que se da y desde el arte popular, en la calle somos todos actores principales.

A lo largo de los años, han crecido en cantidad de murgas e integrantes… ¿Cómo organizan el crecimiento artístico?

Hay un mito de que cada vez hay más murgas; mismo, algunos murgueros sostienen eso. Pero yo tengo la postura de que puede haber más murgas, pero la cantidad de murgueros siempre es la misma. Hay desprendimientos de alguna murga, alguna separación por cuestiones artísticas u organizativas, pero en carnaval hace muchos años que tenemos la misma cantidad de murgas. Hay entre 110 y 120 murgas en los últimos veinte años. No hay un proceso por el cual año tras año va creciendo la cantidad de murgas. Los integrantes pueden fluctuar un poco más. La pandemia también atravesó a todas las agrupaciones de carnaval de una manera importante. Nosotros hemos logrado sostener la cantidad que teníamos antes de la pandemia y hemos podido sumar algunos integrantes.

¿Qué es lo que intentan decir a través de sus colores, sus bailes, su música y sus canciones?

La murga a través de su arte trata de mostrar su esencia, lo que es. Somos la representación de un barrio, de nuestros valores, su organización interna y su forma de relacionarse, su ideología. Algunas les cantan a determinadas cuestiones. Las que nos atraviesan a todas son el desfile, las canciones de presentación o de retirada, quienes cuentan qué se va a hacer en el show. Se viene a alegrar, portamos los colores de cada barrio, se transmite la tristeza y la nostalgia por irse hasta el próximo año en la canción de retirada y la invitación de encontrarnos en el próximo febrero.

Está la crítica de cada murga. En nuestro caso, la cuestión social y política del momento con una cuota de sátira, de picardía y de humor, porque esta es la característica de la murga: poder criticar en este tono, cuidando las cosas sensibles, encontrándole la vuelta, que a veces no es fácil. Somos artistas populares en un contexto de festejo popular, de sostener y mostrar nuestra historia y nuestros valores.

¿Y después del carnaval?

Sentimientos encontrados… Siempre con mucha alegría por lo brindado en cada carnaval y con la tristeza de que se fue. Descansamos un tiempo, frenando la actividad. Hacemos una reunión donde nos volvemos a encontrar y evaluamos cómo lo hicimos, qué podemos mejorar. Después de tres meses, se vuelve a los ensayos. Tenemos algunas actuaciones, pero no son como las que realizamos en carnaval.

Después de la última presentación nos vamos a la casa Homero Manzi, nos abrazamos, comemos, brindamos, nos quedamos hasta el amanecer y apuntamos al próximo febrero.

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