Un hereje del rock nacional

Don Vilanova Botafogo, un referente de nuestro blues que un día cambió de piel, nos habla de Hereje, su nuevo disco. Publicado a fines de 2022, el álbum cuenta con la producción de su hijo Andrés Vilanova (exbaterista de A.N.I.M.A.L. y Carajo), la composición de su hija Laila y la participación de Lito Vitale, Javier Calamaro y Piti Fernández de Las Pastillas del Abuelo.

¿De qué trata el álbum que estás presentando?

Hereje habla de muchas cosas. A través de “Nacimos hermanos”, habla de lo que hoy se conoce como el nuevo orden mundial: esos seres que están en la cima, festejando tenernos bajo su poder, pero que la unión de los nuestros es lo que más odian, porque puede ser su fin. El disco habla, también, de cosas que yo no quiero, como lo que está pasando con las multinacionales que vienen a explotar el país y no dejan nada, salvo contaminación. Después, contiene una canción de Luis Aguilé, compuesta en los años 90, en la que le habla al presidente y parece muy actual. El álbum habla, también, de toda esta violencia que hay hacia la mujer, donde no puede expresarse como quiere porque corre peligro su vida, básicamente. Y también, habla de las ovejas negras, que es un poco el resumen y la explicación del título del álbum. Hereje yo lo planteo como aquellos que buscan su libertad de pensar y de decidir sobre cosas importantes de la vida, sin tener que sumarse al pensamiento de la masa.

El disco tiene la participación de tus hijos y de invitados como Lito Vitale, Javier Calamaro y Piti Fernández. ¿Cómo resultó la experiencia de trabajar con cada uno?

Tocar con mi hijo Andrés es algo especial. Imaginate que yo lo tuve de bebé en mis manos y, hoy por hoy, se ha convertido en un músico de altísimo nivel. Ya lo hemos hecho otras veces, pero sigue siendo hermoso para mí. También, la participación de Laila en la composición de letras, correcciones. Y lo de Lito Vitale es un lujo; lo mismo que Javier Calamaro y Piti Fernández, que aceptaron cantar temas míos. Es un privilegio fuera de serie. Así, podría decirte de otros músicos, como Horacio Komar o Julio Presas (que toca la guitarra en uno de los temas, es masterizador del disco y el técnico que grabó a la mitad del rock argentino en las últimas décadas). Mucha gente se sumó. Aparte de mi inspiración, que es mi mujer, Alejandra Barragán: sin ella, no hubiera tenido el ánimo de la composición.

En el año 2008, dijiste “Adiós Botafogo, bienvenido Don Vilanova”. ¿Qué despediste y qué incorporaste como artista a partir de allí?

Esa idea tuvo que ver con la partida de Norberto Napolitano. Como él fue quien me bautizó Botafogo, me levanté una mañana y me pareció que era bueno que Botafogo se fuera con su mentor. Y que yo me pusiera los pantalones largos y me hiciera cargo de mí mismo, con lo aprendido y honrando a mi padre. Porque Pappo fue mi padre: un ejemplo de humildad, de trabajo y de ponerse al hombro una familia; y que me dio la oportunidad de convertirme en músico. Entonces, aparece Don Vilanova como la posibilidad de nombre artístico y me gustó mucho.

Pappo decía que “el rock and roll no morirá jamás”, ¿qué creés que lo sostiene?

Creo que tiene razón: el rock and roll no va a morir jamás. Puede que lo escondan bajo la alfombra nuevos intereses… Hemos sido invadidos por un montón de personajes, con ideas que bajan un mensaje a la juventud bastante nefasto, a mi humilde entender. Pero el rock and roll no va a morir jamás, porque es como el jazz, como el blues: es música transparente. Te podés disfrazar de cualquier cosa, pero el rock and roll te transparenta, deja ver realmente quién sos.

¿Cuáles son tus recuerdos y tesoros más preciados con la música?

En este 2023, yo estoy viviendo los 50 años de haber debutado con Pappo’s Blues. Ese es el recuerdo. Fue el caldero donde se cocinó después todo el resto de mi vida artística. Ese recuerdo es lo que me da fuerza, lo que me motiva. Y quiero hacerle honor a esa confianza que tuvo un grande, como fue para mí Pappo.

Actualmente estás cumpliendo 67 años… ¿Cuáles son tus tres deseos?

Un primer deseo es que tengamos un pueblo unido, donde ningún niño pase hambre y pueda darse una ducha caliente cada día, rodeado de padres que tengan la posibilidad de tener un oficio, desarrollarse y tener su casa. El segundo deseo es que todos los pueblos del mundo aprendamos a convivir en paz. Y el tercer deseo sería que la Secretaría de Cultura y el Ministerio de Trabajo empiecen a considerar a los músicos como verdaderos trabajadores profesionales.

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