El líder opositor ruso falleció la semana pasada en la cárcel de máxima seguridad de Yamalo-Nenets, ubicada en el Círculo Polar Ártico. Según el servicio penitenciario, salió de su celda para realizar un paseo, durante el cual comenzó a descomponerse hasta morir. Ya había sufrido un envenenamiento en agosto de 2020 y debió ser internado de urgencia en Alemania, donde se mantuvo hasta recibir el alta y regresar a Rusia, donde el gobierno lo detuvo por presunta evasión. “La muerte de Navalny muestra que el objetivo de Putin es limpiar la oferta electoral, a un mes de las elecciones”, expresó Tobías Belgrano, especialista en política internacional.
En cuanto a las consecuencias que se podrían derivar de la muerte de Navalny, Tobías Belgrano manifestó que “no se esperan más sanciones internacionales contra Rusia porque ya es considerado un estado paria”: “a raíz de la guerra de Ucrania, el país ya está sancionado, no tiene acceso al crédito ni al sistema internacional de transferencias”, aclaró. A su vez, tampoco se esperan consecuencias internas, ya que “desde el comienzo de la guerra, Putin entró en una espiral autoritaria en la cual se reprimen las manifestaciones en las calles y terminan en detenciones masivas”.