La reciente visita del presidente Javier Milei a Estados Unidos reabrió el debate sobre la orientación internacional del gobierno y sus efectos concretos en la economía argentina. Se trató del viaje número catorce desde el inicio de la gestión, una cifra que contrasta con la escasa presencia presidencial en países de la región y en provincias del interior del país. El objetivo declarado sigue siendo fortalecer el vínculo político y económico con Washington, pero, hasta el momento, no se han observado avances tangibles en materia de inversiones, acuerdos comerciales o financiamiento externo sostenido.
En diálogo con FRECUENCIA ZERO, José Castillo señaló que, pese a la insistencia oficial en mostrar cercanía con la Casa Blanca, la llegada de capitales estadounidenses es nula. Recordó que la intervención del Tesoro norteamericano durante la campaña electoral para sostener el dólar se manejó con un fuerte nivel de opacidad y, aun así, no derivó en beneficios de largo plazo. Tampoco prosperaron los anuncios de inversión financiera privada gestionados a través de bancos como JP Morgan, ni hubo progresos en el denominado acuerdo comercial bilateral, que permanece estancado.
El economista subrayó que el discurso sobre la estabilidad cambiaria es igualmente frágil. Si bien el gobierno ratificó la continuidad de las bandas cambiarias, Castillo remarcó que su sostenibilidad depende de la disponibilidad de reservas, un recurso escaso en el Banco Central. La supuesta flotación del dólar, dijo, nunca fue tal: estuvo condicionada por intervenciones externas y por la ausencia de oferta genuina de divisas. Señaló que, hacia marzo, cuando se reactive la demanda del sector exportador, se pondrá a prueba la consistencia del esquema.
De cara a los próximos meses, Castillo advirtió que el equilibrio actual es “de copa de cristal”. La presión del Fondo Monetario Internacional y de los principales actores financieros sobre el gobierno apunta a acelerar reformas y acumular reservas antes de que se intensifique la presión cambiaria. Según su lectura, la estabilidad que hoy percibe el mercado es sólo transitoria y, sin cambios estructurales en política económica y comercial, los problemas de fondo volverán a manifestarse con fuerza durante 2026.
