Las recientes inundaciones que afectan extensas zonas de la provincia de Buenos Aires han puesto al agro en alerta. Según datos de la Confederación de Asociaciones Rurales de Buenos Aires y La Pampa (CARBAP), casi 6 millones de hectáreas están comprometidas, y las pérdidas económicas podrían ascender a los 2.000 millones de dólares. En ese contexto, productores de la cuenca del Río Salado y otros distritos como Carlos Casares enfrentan una doble carga: la tierra inundada y la incertidumbre de cuándo (y cómo) volverán a trabajar.
En diálogo con FRECUENCIA ZERO, Erica Moro, presidenta de la Sociedad Rural de Carlos Casares y productora afectada, describió el escenario con claridad: “Tenemos partes del campo bajo agua desde hace semanas, maquinaria que no puede ingresar, accesos cortados y semillas que no se pueden sembrar”, afirmó. La dirigente señala que en su zona más de 100.000 hectáreas están comprometidas y advierte que las pérdidas no solo se sentirán en el sector agrícola, sino en toda la comunidad rural: “Cuando deja de entrar producción, se resiente la cadena: contratistas, transporte, comercios del pueblo, está todo vinculado”, explicó.
Moro hizo un llamado urgente a las autoridades: “No es solo ayuda para hoy, es planificar obras que ya deberían estar hechas. La cuenca del Salado necesita drenajes, canales, mantenimiento de caminos rurales. No podemos estar año tras año en esta situación”. También relató la angustia del productor que, frente al agua creciente, invierte en insumos y se queda sin alternativa: “Hoy plantamos pensando en una cosecha que corre riesgo. Si la ventana de siembra se cierra, perdemos toda la temporada”, advirtió.
