Sociedad

MALA PRENSA PARA BRUJAS

BRUJAS: LA MALA PRENSA

por Víctor José Del Vento Grela

Las brujas siempre han gozado de muy «mala prensa», ¿pero todo es tan así como lo pintan?

El concepto que tenemos hoy en día de las brujas es muy distinto del que podían tener nuestros antepasados en la Edad Media. Las brujas de nuestros días aparecen en los canales de televisión entrada la noche para leer el futuro en las cartas a trasnochadores preocupados, aparecen en las revistas del corazón o acuden a tertulias en las que aseguran poseer poderes sobrenaturales. Pero hay otro tipo de bruja, aquella cuya imagen tiene en la cabeza un niño cuyos padres le instan a dormirse, oscura, ténebre, sin pintalabios ni focos, y que posiblemente sea más cercana a las brujas medievales que a las mediáticas del siglo XX…

La Europa dominada por el cristianismo de hace mil años observaba con pánico la llegada del año 1000. Posiblemente por que se trataba de una fecha muy simbólica, los europeos estaban convencidos de que algo extraordinario ocurriría tal día.
En torno a este movimiento supersticioso se desarrolló toda una teoria: el Milenarismo. Este contaba con tres pilares fundamentales y entrelazados, a saber:

El Maniqueísmo que identificaba clara y nitidamente a los buenos y a los malos, sin término medio. Serían precisamente los buenos quienes se salvarían en el Apocalipsis, segundo pilar, que supondría un cambio radical del mundo en el que la maldad desaparecería de la Tierra, entrando pues en la tercera columna del Milenarismo, el Retorno a la Edad Dorada, al paraíso perdido.
No era de extrañar, pues, que en esta época se viviese una constante persecución contra los malos, con el doble objetivo de señalar a las víctimas del Apocalipsis y presentarse a uno mismo como garante de la bondad.

Pero, ¿quiénes eran las brujas?

Las brujas eran mujeres emancipadas, solteras generalmente, que vivían de la elaboración de remedios caseros. Hoy podrían compararse, salvando las distancias, con farmaceúticas, curanderas o incluso químicas. Eran mujeres de ciencia, que ponían en práctica conocimientos heredados sobre plantas medicinales o ungüentos caseros. Ciertamente, eran mujeres de mucha reputación en las comunidades locales a las que se acudía asiduamente cuando la medicina oficial era incapaz de encontrar soluciones y que utilizaban las escobas únicamente para limpiar sus casas. También fueron condenadas y ejecutadas mujeres que, como Anna Goeldi, no tenían ninguna relación con la ciencia o la medicina. Hemos de tener en cuenta que hablamos de una época en la que el adulterio era delito, así, se sospecha que muchas mujeres fueron acusadas de brujería por hombres casados que temían su confesión.

Entonces, ¿por qué las perseguían?

Estas hechiceras conocían los secretos y problemas de todos sus vecinos, y la información, también en el año 1000, era poder. Las brujas vivían al margen de todas las convenciones. Para empezar, eran mujeres independientes, algo por lo general inaceptable en una sociedad en la que cada mujer debía tener un marido y depender de este; no es de extrañar pues que en base a esta concepción que no admitía la soltería femenina, se las esposase a Satanás, al fin y al cabo, algún marido debían tener… la principal acusación contra ellas era por lo tanto la demonolatría, concentrada en la clásica Malleus Maleficarum o Martillo de Brujas. Por otra parte, y en la misma línea transgresora, las brujas llevaban a cabo acciones poco ortodoxas…

Sus remedios y soluciones se saltaban los límites permitidos a la ciencia por aquel entonces. Todo el mundo sospechaba que estas mujeres hacían cosas raras en sus casas… pero todos acudían a ellas cuando la necesidad les apremiaba, aunque fuese a escondidas.En este contexto, las brujas vivían un contínuo amor-odio. Mientras la comunidad viviese tranquila, las brujas también lo estarían. Pero sin embargo, cuando alguna desgracia se cernía sobre la localidad, ya fuese una epidemia, una plaga o cualquier otro grave contratiempo, los dedos de los vecinos apuntaban a la casa de la bruja, y así, aquel hombre que había acudido a la bruja para conseguir un remedio contra la impotencia, la mujer que buscaba un afrodisiaco o la madre preocupada por los problemas respiratorios de su hijo, eran los primeros en empuñar las antorchas.

Con la llegada del milenarismo las brujas estuvieron constantemente en el punto de mira, no era tiempo para andarse con rodeos, pero por aquel entonces la caza de brujas no estaba institucionalizada y se llevaba a cabo espontáneamente por las comunidades locales, por lo que es imposible conocer cuantas brujas fueron ejecutadas. El año 1000 llegó y no pasó nada. Desde entonces, el milenarismo ha renacido para volver a morir en múltiples ocasiones, siendo las brujas siempre las principales afectadas, obligadas a ‘confesar’ bajo torturas reconocían el poder volar y el haber parido hijos de Satanás. Así ocurrió entre los siglos XVI y XVII en toda Europa. Aunque en nuestro país la Inquisición se centró más en la persecución de herejes y falsos conversos, 59 mujeres fueron quemadas acusadas de brujería, 4 en Portugal y 36 en Italia… pero solo en el Sacro Imperio Romano Germánico se llevaron a cabo más de 110.000 procesos y 60.000 ejecuciones ya de una forma institucionalizada dejándonos cierta documentación y literatura, como el Gründlicher Bericht escrito en el siglo XVI por el teólogo calvinista A. Praetorius en defensa de las brujas.

Pero la fiebre de la brujería cruzaría el Atlántico para llegar a América, siendo el principal paradigma el caso de los Juicios de Salem en Estados Unidos. La última ejecución por brujería tuvo lugar en Suiza en 1782, en el cantón de Gladis, Anna Goeldi fue la condenada. En nuestros días, el Parlmento suizo debate una moción que pide la reivindicación de Anna Goeldi, coincidiendo con la inauguración en Glaris un museo dedicado a ella, “fuimos los últimos en Europa en ejecutar a una mujer por brujería. Es una mancha en nuestra historia. Debemos hacer algo para borrar esa mancha”.

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