Política

EL PUENTE VICTORINO DE LA PLAZA EN RUINAS

necesita una inversión de 3 millones para su reparación integral

UN PUENTE DEMASIADO ROTO

Fue cerrado varias veces por su avanzado deterioro. Hoy sólo está habilitado un carril y no pueden cruzarlo camiones. Los vecinos están semiaislados, los comercios vacíos y las autoridades sordas.

un puente demasiado roto
un puente demasiado roto

Los vecinos de los barrios Piñeiro, en Avellaneda, y Barracas, en la Ciudad de Buenos Aires, están separados por un puente que, paradójicamente, debería unirlos. El puente Victorino de la Plaza, más conocido como Vélez Sarsfield, porque continúa sobre el lado capitalino en la avenida de dicho nombre, lleva años de constantes cierres debido a la peligrosa corrosión en su estructura. La última clausura total fue en julio de 2003, tras haberse hundido la capa asfáltica. Desde noviembre de ese año, se puede circular por un solo carril y está prohibido el tránsito de camiones que superen las 3.5 toneladas.

La apertura parcial del puente fue posible por las tareas de fresado para aliviar su peso y de reparación de la calzada que realizó el Gobierno de la ciudad tras el cierre del año pasado. Pero estos trabajos de mejora no bastaron para abrirlo por completo. La última reparación importante la tuvo en 1989. Desde ese momento hasta hoy, no sólo mucho agua pasó bajo el puente…

¿Por qué no se le hace una reparación integral?

Esta pregunta se vienen haciendo los vecinos de una y otra margen del Riachuelo. La respuesta es esquiva porque tanto las autoridades nacionales como de la ciudad transfieren la responsabilidad al otro.

La cuestión de la jurisdicción sobre el puente parece servir de pretexto perfecto para evitar el desembolso de los 3 millones de pesos que, según el informe técnico, hacen falta para ponerlo fuera de peligro y habilitar su doble circulación.

En la Dirección General de Obras Públicas porteña, a cargo del arquitecto Pedro López, sostienen que el organismo que tiene jurisdicción sobre la mayoría de los puentes que conectan la Ciudad con el Gran Buenos Aires es la Subsecretaría de Puertos y Vías Navegables, que depende en forma transitoria de la Secretaría de Transporte.

Aseguran que el único puente bajo la órbita del gobierno porteño es el puente Bosch. Este viejo puente metálico también permanece cerrado al tránsito. ¿Por qué? Supuestamente, porque ya no tiene arreglo.

Fuentes de prensa del Ministerio de Planificación Federal afirman que no les compete ninguna responsabilidad sobre los puentes de la ciudad, desde que se firmó el convenio entre el Gobierno porteño y la Nación para que el primero se hiciera cargo de las tareas de refacción y mantenimiento. “La repavimentación y reparación de los puentes de la Ciudad de Buenos Aires son de su competencia”, precisaron.

Defiéndase intentó conocer el mentado convenio pero, si bien aseguran que existe, no pudieron demostrarlo. Tampoco tuvo éxito el intento de dialogar con las autoridades de la Subsecretaría de Puertos y Vías Navegables, para obtener su versión sobre los hechos.

En la Dirección General de Obras Públicas desconocen la concreción de este convenio. La arquitecta Estela Di Legge, integrante del equipo de López, aseguró que “la jurisdicción sobre el puente Victorino de la Plaza es de Nación y, hasta tanto se firme el convenio, no podemos tomar intervención directa”.

La arquitecta explicó que, a pesar de esta indefinición, “hacemos trabajos de mantenimiento en forma constante entre los gobiernos de la ciudad y de Avellaneda”. Sobre el monto necesario para poner este puente en forma, la arquitecta dijo que “hay una idea aproximada de los costos, dada por los ensayos in situ y de laboratorio, que ronda los 3 millones de pesos. Son puentes muy viejos, de estructura metálica, en los que hay que evaluar el estado de los materiales para poder generar los correctivos y lograr ubicar este puente de nuevo en la Categoría 30, que es la que denominación con que se los habilita al tránsito pesado”, señaló la funcionaria porteña.

El puente Victorino de la Plaza fue inaugurado en 1916, en tiempos de escaso tránsito y con poco tonelaje. Hoy en día circulan 4 líneas de colectivos, miles de autos y, hasta su prohibición, cantidad de camiones. A partir de 1997, cuando los piqueteros comenzaron a cortar el Puente Pueyrredón, el Victorino de la Plaza se convirtió en la vía de salida de miles de automovilistas, aumentando su tráfico y su deterioro. Con el cierre parcial de este puente, la comunicación entre Barracas y Avellaneda queda limitada a los puentes Pueyrredón Nuevo (cuando no hay piquetes) y Viejo.

Vecinos al borde de un ataque de nervios

Los vecinos de Barracas comparan el cierre del puente Victorino de la Plaza con aquellos pueblos de provincia pegados a las vías del ferrocarril, que desaparecieron cuando el tren dejó de pasar. Vanesa es encargada de la estación de servicio próxima al puente. Dice que el dueño de esta playa fue uno de los más perjudicados por las continuas clausuras y la ausencia de tránsito. El fue quien inició una campaña para juntar firmas y convocó a marchas de vecinos para pedir la reapertura del puente; hasta hoy, sin éxito. Otros comercios de la zona vieron también disminuir su clientela.

Hay vecinos que temen un nuevo cierre total del puente, que los obligue otra vez a desviarse y llegar tarde a sus trabajos. A otros, les preocupa que sus chicos no puedan asistir normalmente a clases. Todos reclaman mayor iluminación y seguridad.

Pasa el tiempo y no aparecen soluciones definitivas. Las autoridades nacionales y porteñas se excusan endilgándole al otro la responsabilidad. A ambos lados del Riachuelo, los vecinos se indignan por la falta de compromiso de sus funcionarios. El viejo puente Victorino de la Plaza sigue incomunicándolos.

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