La Ciudad POL

LICOR DE WEB: TRÁEME EL MATE Y QUE LA SIGAN CHUPANDO

LA BLOGOSFERA NOS ABRE UN EXTENSO MUNDO DE LECTURAS DIVERSAS EN TEMÁTICAS Y ESCRIBAS Y POR ELLO INAUGURAMOS «LICOR DE WEB», DONDE ACERCAREMOS AQUELLOS QUE A NUESTRO JUICIO MEREZCAN SER DIFUNDIDOS

HOY: TRAEME EL MATE Y QUE LA SIGAN CHUPANDO

Parque Patricios, tierra de nadie

por Pablo Kolyvakis

Voy a escribir esto a costa de que me tilden de facho, sólo por la necesidad de contar lo que veo todas las noches en mi barrio. Desde hace un tiempo, diría de los últimos dos o tres años a esta parte, Parque Patricios pasó a ser tierra de nadie. A la noche no hay policía, ni un kiosco abierto, y lo único que se encuentra por la zona son pibes pidiendo monedas, algunos bien y otros apurándote mal, desesperados por llegar a los cinco pesos para comprar paco en la villa.

Hay uno que veo seguido y que por suerte, pese a que es adicto confeso, siempre viene de buen modo. Como insiste en seguirme hasta mi casa (lo que no me da ninguna confianza) nos ponemos a hablar. Cuando bajé hoy del colectivo se dio cuenta al instante de mi gesto de desconfianza, ese que me sale inevitablemente con todos lo que se me acerquen por esa avenida Caseros desierta.

«Eh, dale que te vi bajar del colectivo y hacer así -hace gesto de alguien que se escuda-, pero sabés que está todo bien. Dame dos pesos. Mirá, te acompaño hasta tu casa y todo, dale», me dijo. Pero le contesté que esta vez no tenía nada de dinero para darle. Me pidió un poco de gaseosa.

– «Es que este barrio está terrible. Ya ni los kioscos abren», le comento.
– «Seeh, cada vez peor. El que está allá cerró porque se cansó de que le saqueáramos. Íbamos así, ‘eh, no tenés una moneda’. El chabón decía que no y… ¡pum!»
– «¿’Pum’ qué?»
– «Metíamos la mano y le zarpábamos algo. Todas las noches».

Pese a que la Comisión Nacional de Regulación del Transporte (CNRT) establece que la frecuencia de los colectivos no debe ser menor a los 30 minutos, el viernes pasado estuve una hora y cuarto (desde la 1 a las 2.15) esperando el 133. En ese rato pude ver que, de unas 20 personas que vi la cuadra, apenas cuatro no se subieron a taxis para rajar de la zona y sólo una se quedó esperando un colectivo.

Durante ese lapso, tuve que soportar a tres pibes hechos mierda por el paco pidiéndome monedas, de los cuáles uno me preguntó si también iba «al shopping»; otro -habitué de la zona y famoso por uno de los informes de Graña que creo se llamaba «Zona Zavaleta»- que me insistía con que le faltaban dos para los cinco, y el último, que me amenazó con que tenía una faca y un grupo de amigos esperando a la vuelta para robarme, le dedicó a toda mi familia una linda e irreproducible «poesía».

Mi costo por esperar el colectivo a la noche en la vía pública y aporte no voluntario a la causa del narcotráfico de baja calidad fue de cuatro pesos, distribuido en monedas entre los tres. «Y decí que están tranquilos porque está Zavaleta», me dice una chica -la única que esperó un colectivo en la cuadra, justo en la misma parada que yo- apenas se fue el poeta agresivo.

En esa hora y media, pese a estar a dos cuadras de la comisaría, apenas pasó un patrullero, de ida y vuelta, a velocidad de delivery de pizza. Yo no soy partidario de ellos, porque creo que son parte del problema. La pregunta es obvia: si todos saben que en la villa de Zavaleta se vende paco, ¿por qué nadie hace nada? ¿Tal vez porque parte de ese dinero que estos pibes rascan de donde pueden -en algunos casos, mediante robo, lamentablemente- termina en las alforjas de la «cooperativa policial»?

Parque Patricios está entregado. Es zona de nadie y nadie hace nada. Menos el Gobierno porteño: las eternas obras de la inconclusa línea H convirtieron al parque en un descampado de médanos de tierra, laberintos de chapas y ranchadas de marginales que nadie se atrevería a cruzar. Acá no hay Policía Metropolitana, pero eso sí: tenemos bicisendas.

Los vecinos no salen, los kioscos están cerrados, los taxis no pasan. Cada vez tengo más lástima de mi barrio y angustia de bajar del colectivo y no saber si esa noche me van a chorear. «Es que Zavaleta últimamente no tiene una buena campaña turística», es mi broma recurrente a los tacheros, ya que tengo que convencerlos para que me dejen en la puerta de mi casa, donde hasta hace no tantos años solía sentarme a disfrutar la paz de la medianoche, escuchar el sonido sordo de la fábrica de azulejos y fumarme un cigarrillo antes de dormir. Hoy eso es imposible.

PARA VER EL BLOG «TRAEME EL MATE»

http://traemeelmate.blogspot.com/

Publicaciones relacionadas

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Botón volver arriba