Opinion

SRA. PRESIDENTE, BELGRANO NO QUERÍA SER PARTE DE LA PATRIA

Me pregunté por qué mi deseo de escribirle en forma abierta y espontánea a la presidente la Nación. Lo dudé pero me di ánimo pensando que, al fin y al cabo, ella es la responsable que a todos los argentinos nos vaya mejor o peor. Cristina fue elegida por el voto popular para que administre el Estado nacional que es de todos.

Así fue como sentado frente a la computadora comienzo a hilvanar sin autocensura aquellas cosas que tengo ganas de expresarle a la viuda de Néstor Kirchner. No todas, solo algunas.

Sabe presidente no entiendo porqué cada vez que el pueblo, al que Ud. dice dedicarle su vida, enfrenta una desgracia de enorme proporciones Ud., siendo la primera magistrada del Estado, desaparece; se borra, segun la jerga de los más jóvenes.

Afortunadamente, después de varios días de los 51 muertos y 700 heridos de Once, Ud. reapareció para rendirle tributo al prócer que más aprecia, Manuel Belgrano.

Supuse, por lo tanto, que en su discurso al pie del monumento a la Bandera, iba a hablarnos de las virtudes del abogado / periodista / general, que para su gobierno es solamente doctor aunque también debe reconocérsele méritos por los combates de Tucumán y Salta.

Sin embargo, mayúscula fue mi sorpresa al comprobar que poco o casi nada del creador de la insignia nacional expresó, y aún peor, sabe.

Justamente apenas hizo uso del micrófono, Ud. dijo:

“Quiero decirles que recién quienes me antecedieron en la palabra hacían una semblanza del que yo considero uno de los padres de la Patria. Dicen que madre hay una sola, pero esta Patria tiene varios padres y Belgrano, sin lugar a dudas es uno de ellos”.

Llama la atención que precisamente el general Manuel Belgrano, que nos dejó tantas expresiones que pintan su honorable y humilde personalidad, haya dicho:

«Mucho me falta para ser un verdadero padre de la patria, me contentaría con ser un buen hijo de ella».

Debo decirle que como argentino, no puedo dejar de pensar que tenemos una clase política que se caracteriza por su mezquindad, por lo que reconozco, me pregunté si en realidad Ud. no estaba usando a Belgrano para montar una escenografía especial en torno a él para que Ud. emplease ese tono épico que le da a cada alocución de las numerosas con las que vive haciendo campaña más que rindiendo cuenta acabada de una gestión que según sus propias palabras tiene méritos en todo lo que hace.
Las culpas para Ud. como siempre son -luego 9 años en el gobierno sumando el tiempo de Él- de los gobiernos anteriores o de los medios críticos o de los malditos organismo internacionales que nos acechan y de los cuales Ud. y su difunto esposo nos pusieron y nos siguen poniendo a resguardo.

Foto: Télam

Pasando a otro tema, casi todo el tiempo Ud. lo dedicó a remarcar lo grandioso que fue Él al cual llegó a comparar con San Martín y Belgrano. Una comparación a mi entender y el de muchos de los argentinos (que la quieren) ciertamente desafortunada.

Sabe presidente después de tantos años de viento a favor y con ingresos inimaginables no comprendo, con total honestidad se lo digo, por qué es necesario que Ud. avale que su gobierno viva mintiendo sobre derechos humanos básicos, como la calidad de vida.

Las mentiras de ese súper ministro que tiene, Guillermo Moreno, llegan a tanto que Ud. se muestra feliz que la engañe con los niveles de inflación y por lo tanto, Ud. oculta gente pobre e indigente.

No querer reconocer la miseria evita enfrentarla y eso además de moralmente incorrecto es una cosa desleal, justamente la que su prócer más querido nunca hubiese permitido por injusto. Fíjese que decía Belgrano:

«Parece que la injusticia tiene en nosotros más abrigo que la justicia. Pero yo me río, y sigo mi camino».

Presidente, si estamos tan bien cómo Ud. dice, no llego a entender porqué al gobierno se le acabó el dinero…algunos dicen que el gasto público es excesivo, con fondos malgastados, como los subsidios a la vagancia –que ocultan desempleo- o subsidiar clubes de fútbol saqueados en buen aparte por dirigentes deshonestos, que alimentan barrabravas.

¿Qué diría Belgrano, su ídolo, de esto? ¿Se lo preguntó? Tal vez no lo recuerde por eso aquí va que pensaba el general:

«Se deben poner escuelas gratuitas para la niñas, de se les enseñará la doctrina cristiana, a leer, a escribir, coser, bordar, y principalmente inspirarles amor al trabajo, para separarlas de la ociosidad, tan perjudicial o más en las mujeres que en los hombres».

No quiero abusar de su tiempo Presidente, sé que es escaso porque seguramente ya está preparando su próximo discurso, pero cuando dijo:

> “No esperen de mí jamás, ante el dolor de la muerte, ante la tragedia, la especulación de la foto o del discurso fácil, porque sé lo que es la muerte y sé lo que es el dolor y no tolero a los que quieren aprovecharse de tanta tragedia y de tanto dolor”.

>“No esperen de mí actos demagógicos ni facilistas. Nunca lo hice ni lo voy a hacer y menos aún ante la muerte. Con la muerte no, les pido por favor, con la muerte no, con cualquier otra cosa…”.

¿Sabe Sra. Presidente? Nadie, sinceramente nadie, especuló con la tragedia de Once. Lo que sí sorprendió a buena parte del pueblo que Ud., al igual que hizo cuando ocurrió Cromañón, se refugiase en el silencio. Un silencio inentendible para quien ante la muerte de su propio esposo no lo guardó. Ud. dio la cara muchas horas ante las cámaras de TV, recuerda, y lloró mucho cada vez que se refería a Él en público siempre con su luto, que algunos lo consideran excesivo y hasta lo llaman “luto lástima”.
Me dejó preocupado debo reconocerlo, que Ud. haya olvidado con tanta facilidad los elogios que le prodigó, no hace mucho, a los nuevos vagones del Sarmiento y a la empresa TBA por tener un servicio suburbano con aire acondicionado y TV a tan solo $1.25; y ahora, después de la tragedia haya dicho:

«Claro que faltan cosas, tenemos que volver a tener un sistema de ferrocarriles en la República Argentina».

Su trajinada agenda tal vez altere su relato con la realidad, pero le juro que fue así.

Además alienta mi preocupación sobre Ud. que en diciembre último llevara a sus ministros, empresarios y a una corte por demás abundante a la sede de YPF para rendirle homenaje y aplausos a sus directivos por lo bien que estaban haciendo las cosas.

En Rosario, presidente, a dos meses de aquél piropo público, Ud. ahora este enfrentada con un amigo/enemigo nuevo. ¿Tan rápido uno cambia de bando en su análisis?

Ni quiero pensar qué puede a llegar a pensar de mí por estas líneas que le escribo, no solo Ud. sino sus fanáticos de barricada como los integrantes de panelistas devotos suyos, de ‘6, 7,8’.

Al día siguiente de su discurso en Santa Fe, observé qué rápida de reflejos ante la negativa del juez federal de aceptar al Estado como querellante, Ud. se apresuró para tener igualmente acceso al expediente, e intervino TBA con un funcionario de la época de Carlos Menem, el Ing. Raúl Baridó. Y, de igual forma, se adelantó al lapidario informe que la Auditoría General de la Nación dará a conocer sobre TBA el 29/02.

Por eso, con esta decisión, y con la compañía en el escenario de la presencia de Amado Boudou y la continuidad de la desafortunada Nilda Garré y del desprolijo Juan Pablo Schiavi, Ud. sigue siendo la misma Cristina que era antes de los 51 muertos y, eso me tranquiliza.

Eso se llama temple. Que no me escuche Belgrano, por favor.

Entre nosotros, ¿no le gustaría en el futuro ser considerada la única Madre de la Patria?

Jorge Héctor Santos
Twitter: @santosjorgeh

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