Azul el mar de Sabrina Moreno
Lola (una eficaz Umbra Colombo) es profesional, esposa y madre de cuatro hijos. Con su familia viajan de vacaciones a Mar del Plata y esos días serán la prueba de que el matrimonio no está pasando por sus mejores momentos. Y que esto es algo que viene desde hace tiempo y que Lola quiere resolver poniendo punto final a la pareja y Ricardo, su esposo, sostiene que tiene arreglo.
Azul el mar es un drama contenido que desde el primer minuto muestra signos de que algo definitivo va a suceder. El problema es que durante la trama esos “signos” agoreros se multiplican demasiado (en un film de apenas 62 minutos) y se tornan un poco repetitivos: cielos de nubes que avanzan, las olas del mar rompiendo bien cerca de la orilla, la espuma que todo lo inunda, pies quietos que se empiezan a ver aprisionados entre el pasto y el agua enlodada, los ralentis sobre la protagonista y sus gestos siempre tensos y atemorizados de cara al fuera de campo, el trabajo con el sonido.
Sabrina Moreno elige contar esta historia dándole prioridad a las formas, echando mano a los procedimientos cinematográficos que, a veces, se acercan a lo experimental y nos sugieren esa incomodidad y esa angustia que atraviesa Lola: imágenes en grises y sin sonido, el montaje de las situaciones en escenas que cambian vestuarios o posiciones de los personajes buscando explicitar las rupturas en continuidad, lo que permite denotar que es una especie de presente continuo el que ellos están viviendo.
Más allá de contar un cuentito conocido buscando desde las formas volverlo original, algunas de las decisiones enumeradas y un elenco que, en general, luce un poco artificioso, no ayudan demasiado al resultado final.
Un drama familiar contenido, a partir de una mujer postergada, que busca diferenciarse a partir de las formas por sobre el contenido y no termina de explotar.