Entrevistas

“Siempre seré el piloto de la república de Mataderos”

Nota a Osvaldo Abel “Cocho” Lopez, el piloto de la República de Mataderos, quien nos cuenta su historia y el amor por el barrio.

El piloto oriundo de Mataderos habló en exclusiva con Noticiario Sur, en una charla que abarcó desde su infancia, sus comienzos como piloto y su intervención para proteger al autódromo de Buenos Aires.

Infancia

Yo tuve una infancia feliz, como era en esa época, vivíamos en la calle, jugábamos al fútbol en la calle, hacíamos carritos de rulemanes y los hacíamos correr en San Pedro y Albariño. Jugábamos con esos carritos, pedaleábamos con los autitos a pedales, yo tenía uno de chapa parecido a la forma de los que usaba Fangio, esa fue mi primera carrera.

En los años 40, mi papá corrió en el gran premio de Caracas, él tenía un taller, dónde vivían mis abuelos. Ahí mi abuelo tenía sus máquinas para arreglar y hacer los caminos en el campo, reparaba máquinas, mi tío también estaba, allí arreglaban sus propias motos, camiones, autos. Ahí me crié en ese galpón en el cual aprendí un poco de mecánica y comencé a amar a los fierros.

Mucho después me di cuenta que quería ser piloto. Fui al primario de San Pedro y Larrazábal. Luego en el secundario en el colegio Don Bosco, en Mataderos, recuerdo que le sacaba el Fiat 600 a mi mamá, e iba al autódromo. En esa época también hacíamos carreras de obstáculos en la calle. Cerrábamos San Pedro, las calles Basualdo y Albariño y los domingos hacíamos carreras. La policía nos permitía hacerlo, avisábamos a los colectivos. La gente del barrio iba a vernos, se juntaban 100 o 200 personas. Había Falcon, Chevrolet, Peugeot 404, eran distintas categorías, 5 o 6. Y hacíamos obstáculos para que no fueran tan rápidos. En el barro se andaba como podía, porque eran muy anchas las avenidas, mojábamos todo. Así juntábamos dinero porque cobrábamos una entrada. Luego hacíamos comidas a las que también venía mucha gente.

Mataderos es nombrar a muchos hombres de trabajo, de campo de esa época. Todos colaboraban, con carne, con cubiertas, fábrica de radiadores para calentar. Así hicimos la peña. Había una peña en Liniers, otra que se llamaba Mr. Magoo, sacada del dibujo animado, en Flores, otra en Avellaneda que se llamaba Los Intocables, eran todos los que venían a correr. Así se identificaban. Éramos un grupo unido en las carreras. Luego armamos nuestro primer auto de carrera, un Peugeot 404, era un estándar, no sabíamos mucho qué hacer, pero hacíamos lo que podíamos. Corríamos en la categoría estándar. Fuimos campeones en fórmula 2.

Los autos pintados

En el 67 pintamos el auto de amarillo, para llamar la atención para que alguien nos mire. Le ganamos a los campeones en las categorías estándar. Ahí, con ese batacazo, salimos en los diarios. Yo era muy joven, los corredores tenían entre 30 y 40 años, yo apenas tenía registro. Y les había ganado, era casi imposible, era el loco el Peugeot amarillo. Ese era mi nombre, así me distinguieron, en el parabrisas decía Mataderos. Le cambiamos el nombre a la peña, porque íbamos a un boliche sobre Libertador, entonces a la peña le pusimos Cocho ‘ s yellow team. Nos regalaban calcomanías, era todo muy nuevo, rompimos con una hegemonía. Luego me llamaron como piloto oficial. Era como que hoy te llame McLaren. 

Teníamos 18 o 19 años. En el 73 gané con el prototipo de fórmula 1. Corrí 4 categorías en el mismo año. Todo lo demás, es una carrera deportiva como cualquier otra.

La visión que yo tenía del TC, era de gente grande con autos viejos. Pero luego se mezclaron los autos nuevos con los viejos, donde corrían las cupecitas con el Falcon, la Chevy y demás. Mi papá se agarraba la cabeza. No entendía, decía que eso no era el TC. 

La nueva generación del TC

Yo le decía que era muy viejo, que había que ver los autos nuevos. Esa sensación que yo viví, la escuché el año pasado cuando la gente del actual TC también decía lo mismo. Es lógico el cambio generacional de los autos.

En esa época, me bajaba del tc y pensaba que era una porquería. Yo andaba fantástico en los autos nuevos. En el 73, agarré un Torino hecho por Berta, era muy bueno, también era un nene al lado de todos, igualmente seguía siendo un auto viejo. La categoría era de gente grande, generalmente todos panzones, no era lo que yo soñaba, modelo de Fangio, Forilán González, tipos serios, dedicados profesionalmente, como Reutemann, Gin Clark, yo veía a todos ellos en esos años y era otra generación, no la del TC. Los autos eran viejos. Luego me invitaron a correr cuando se hicieron más modernos. Ya cuando se hizo en autódromo. 

Porque antes se corrían en ruta, porque los TC eran toscos, no doblaban casi nunca, batían récord de velocidad en recta porque eran cuadrados.

Su vuelta de Europa

Cuando vuelvo de Europa, dije de hacer algo que doble y ande bien de verdad, por eso gano el primer campeonato del TC2000. Nos miraban como marcianos que habíamos inventado un nuevo TC, pero no fue así, fue un TC2000, todos los chicos que tenían su propio auto, nos vinieron a ver en TC2000 porque se identificaban, eran sus autos los que corrían. A partir de ahí, me invitan a correr en TC, y le cambio el estilo. Mi segundo debut con un Dodge, hago el récord de vuelta, porque acomodé el auto como sabía que había que acomodarlo. Era técnico. No había computadoras pero había trabajado como mecánico. 

Los del tc me querían matar, porque acomodando el auto era rapidísimo. Ahí empezó a cambiar el tc, con frenos mejores, amortiguadores mejores, y muchos fuimos al TC, hasta llegar al de hoy.

Ser piloto en la actualidad

Ahora el piloto lo único que hace es subirse y manejar. No saco la tarea de saberlo manejar bien, pero tiene menos trabajo. En nuestra época, era hasta hacer el auto por completo, era un mecánico que hacia su auto. Nosotros inventábamos cosas, poníamos el auto a punto,fuimos pocos los que nos destacamos. Renault tenía a Guerra, los demás se subían después. 

En mi equipo era yo, los demás se subían y sacaban las conclusiones que yo les daba. Fuimos sobrevivientes porque en la época de Fangio era una locura total, a nuestra edad era una media locura, teníamos una barra de seguridad, un cinturón de seguridad, eso nos salvó muchas vida, Galves se mata porque no tenía cinturón, yo me salvo porque tenia cinturón y jaula anti vuelco pero los cascos eran muy antiguos, el blando eras vos dentro del coche. Corríamos en lugares que eran imposibles, como la vuelta de Tandil, que saltabas a 260 km, el auto se despegaba del suelo y rezabas que el auto se ponga derecho, cuando bajaba iba derecho pero si ibas para un costado te matabas, ibas en al aire, la aerodinámica era al revés, en vez de paltastarse se levantaba En Balcarce di 14 vueltas, no fue mi hora.

Sus ídolos

Mi padre me llamaba la atención el esfuerzo que hacía, fue mi ídolo. Me gusto Oscar Cavallet porque el piloto tenía que ser un gentleman, él lo fue, un cordobés, muy elegante, miraba las carreras, corría fantástico, en montaña en pista, en todos lados, con un Mustang, se mató en la ruta probando un auto. Yo llevé en el parabrisas su nombre porque tuve muchas historias con él. Los grandes también fueron Fangio que es un ídolo mundial, trascendió todo, Froilán Gonzalez, en Ferrari es más famoso él que Fangio en Ferrari. 

En TC no alcanza la mano para nombrarlos, Oscar Galves era muy simpático, a Juan mucho no lo conocí, pero cuando tenia el restaurant de river, porque antes corrías y trabajabas también, lo llevé a Fangio y a Oscar Galves a comer con Cabrera el presidente, y eran historias de ellos, eran tremendas, interminables, aprendí de ellos.

Mataderos

La República de Mataderos, ahora que tengo 75, donde voy, siempre me dicen que ahí viene el piloto de la República de Mataderos. A las 12 años me tiraba del alambrado en el autódromo. En el 2016 presenté el proyecto de ley de autódromo para que lo tengamos 30 o 40 años, porque sino iban a hacer un barrio. Se aprobó y fue importante para la comuna. Perdíamos el autódromo. Ahora estoy trabajando para que sea patrimonio histórico de la Argentina. Ahora pusimos un helipuerto dentro del autódromos.

El mural

La comuna 9 del popular barrio porteño le rinde homenaje con un mural espectacular que sintetiza su campaña deportiva, ubicado en la esquina de José Enrique Rodó y Murgiondo, en una de las paredes del frigorífico La Pompeya,que alguna vez fue propiedad de su familia.

«Desde jovencito ayudaba a mi padre, al Gran Paco López, en ese frigorífico, que él había construído y donde trabajó muchos años hasta que se retiró», comentó Cocho sobre este mural.

«Gracias a Juan Chamorro propietario de Jamones Fox y junto con el comunero Maxi Mosquera que gestionó esta distinción como «Vecino destacado», dijo el ex piloto del «Regatta Vencedor». El mural fue pintado por el artista Maximiliano Bagnasco.

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