Death Crown: Minimalismo en su máxima (¿o debería decir mínima?) expresión
Death Crown llega a las consolas casi 2 años después de su lanzamiento original en PC. No se quién lo esperaba, pero…
Death Crown está disponible para Playstation 4, Nintendo Switch, Xbox One y PC.
Desde hace unos años, de la mano de la explosión de contenido indie para consolas (mucho más frecuente siempre en PC desde sus comienzos), se generó un debate que divide la opinión del fandom de manera casi extrema. Hoy en día en Argentina tener una consola de sobremesa de última generación no es barato (hablamos de desembolsar más de 100 mil pesos muchas veces) y, aunque parezca increíble una parte del sector no está muy contenta o incluso se burla del desarrollo de juegos indie, considerando que no explotan jamás las cualidades técnicas por las que el usuario está adquiriendo dicha consola.
Vamos, todos escuchamos a alguien decir alguna vez “no me voy a comprar una Play 5 para jugar juegos de Family Game”. Otra parte, en cambio, considera a la industria indie la que muchas veces hace verdadero arte. Sin restricciones de contenido, argumentos o directivas, un grupo reducido de desarrolladores tienen total libertad de plasmar sus sueños en algún juego, más allá de cuán elaborado sea técnicamente.
La corona pixelada de la muerte
Y hablando justamente de lo que nos toca hoy, Death Crown es el juego indie más minimalista que he jugado desde la época pre Family Game. La estética de 1-bit (si, UN BIT) imita la de aquellos viejos monitores monocromáticos de los 80s. Y la decisión de hacer todo simple no se queda ahí, puesto que jugablemente también decidieron que todo sea en extremo sencillo y sin muchas vueltas. Desarrollado por CO5MONAUT, el juego es un simulador de estrategia en tiempo real, que nos pone en el papel de la mismísima Muerte, que envía a sus legiones a acabar con la Humanidad.
Vaya Historia
Según los mismos creadores, la trama del juego nos lleva al fin de una guerra milenaria, dónde gran parte de la humanidad pereció y llenó el Reino de los Muertos de cadáveres. En este contexto aparece “El Rey”, un hombre que logra levantar de las cenizas al mundo, reconstruyéndolo y gobernando durante mucho tiempo con justicia y sabiduría. Los años pasan y la vida del Rey empieza a esfumarse, más no su gran ambición, por eso cuando la misma Muerte viene a buscarlo, el monarca logra engañarla y humillarla. Ahora no se conforma con sólo ser el Rey de los vivos, también quiere gobernar a los Muertos, y decide arrebatar a la Muerte de su corona.
Muy linda historia, y suerte que la podemos leer porque el juego en sí nos explica poco y nada de esto. Hay varias cutscenes aquí y allá, pero todas hechas con la estética propia del juego, sin ningún tipo de diálogo ni texto que nos guíe, haciendo todo más confuso que claro.
Todo simple todo
A diferencia de su villano principal, Death Crown no es ambicioso en absoluto. Gráficamente es probable que sea uno de los juegos menos elaborados que haya salido en mucho tiempo. La estética de 1-bit tiene un trabajo decente, pero puede resultar confusa con la cantidad de elementos que hay en pantalla todo el tiempo y por momentos hasta molesta en la vista. Todo se ve en dos colores nada más, blanco y negro por default, aunque tenemos un par de decenas más de combinaciones de colores diferentes, aunque siempre serán solo dos.
Jugablemente también todo sale con fritas, sin mucho esfuerzo. Cada mapa nos presenta nuestra base en un extremo y la base enemiga en el otro. En la parte inferior de la pantalla hay un contador de oro que va aumentando constantemente, y a medida que se va llenando podemos crear alguna unidad que nos alcance en los hexágonos cercanos a nuestra base. Solo tenemos 3 unidades a disposición: una mina para extraer oro más rápido, una torre de defensa y un cementerio para generar guerreros. Una vez creadas, funcionan automáticamente hasta que sean destruidas o desmanteladas, menos el cementerio, en cuyo caso debemos arrastrar el cursor desde allí hasta la unidad enemiga que deseemos atacar. El objetivo es defender nuestra base y destruir la base enemiga. Y no mucho más.
Algún que otro mapa tiene alguna variante (como terreno donde no se puede construir, terreno más caro para construir o algún obstáculo que no nos permite pasar o trampa que destruye unidades) y de vez en cuando nos enfrentamos a algún boss con una vuelta de tuerca como teletransportación por el mapa o robo de unidades, pero todo sigue siendo bastante simple y ser un maestro en el manejo del juego es fácil y solo nos tomará un par de partidas.
¿Y nada más?
Además de la campaña principal, que enfrenta a la Muerte contra el Rey por la Corona, hay dos campañas más a nuestra disposición. Por un lado, la de los Humanos, que funciona como precuela de la anterior y nos pone en la piel de los Bárbaros en la Guerra Milenaria; por otro lado la campaña secuela, que es la de los Demonios, y comienza exactamente en el final de la principal.
Las 3 campañas se juegan exactamente de la misma forma, solo cambia el cementerio de las legiones de muertos por barracas para los humanos o portales en el caso de los demonios, y cada una de ellas tiene unas 20 misiones hasta llegar al final. Todos estos modos se pueden jugar incluso en cooperativo, aunque solo local, el juego no soporta cooperativo online por ahora.
Por otro lado, tenemos el modo Domination, que se trata del típico Survival dónde debemos enfrentar hordas enemigas de forma continua, un modo Versus para enfrentarnos a algún amigo, eligiendo entre diferentes facciones y condiciones del mapeado, y finalmente un modo Práctica, si necesitamos repasar alguno de los conceptos del juego.