Según cifras oficiales, hasta esta altura del año se registraron más de 8 millones de viajes menos en el subte porteño si se lo compara con el mismo período del año pasado, significando una caída del 4 por ciento.
Entre las principales razones que esgrimen los propios usuarios, pican en punta la crisis económica y como los aumentos de los boletos obligaron a reconfigurar los viajes; como así también la transferencia de usuarios a otros medios de transporte que vieron con mejores ojos con la inauguración de diversas obras.
En este sentido, Andrés Borthagaray, arquitecto y director para América Latina del Instituto para la Ciudad en Movimiento, explicó que el funcionamiento del subte es uno de los más desarrollados de América Latina pero que a su vez «ha quedado atrasado». «Tenemos un sistema que se ha quedado en el pasado, atrasado con respecto a la prioridad que merece y vale la pena ponerlo en agenda como una discusión fundamental».
Los datos son contundentes: entre enero y julio de este año viajaron en subte 183.429.012 veces en todas las líneas mientras que en 2018 lo hicieron 192.019.019 veces, observando una caída tras 4 años de crecimiento del servicio. «El subte es un medio de importancia muy grande, tiene incidencia muy grande en el corazón de la Ciudad y en la medida que mejor funcione es en sí mismo un factor clave en el desarrollo económico», advirtió Borthagaray y recomendó que la agenda de transporte «hay que mirarla más allá de un partido o un signo político» para lograr un mejor desarrollo.
