AHORA NOS HACEMOS PETROLEROS
Todo estaba preparado para el montaje de un marco distintivo, nacional y popular. Pero las cosas empezaron calentarse y las malas noticias no paraban de llegar.
Las bravuconadas sobre Malvinas que el relato oficial tenía intenciones de utilizar como llamado a una nueva movilización popular, con la actuación de sus artistas y toda esa parafernalia populista, armada por los muchachos camporistas, con esa estética tan particular que los reviste y cada vez los hace más parecidos a los viejos Chicago boys, chocó inevitablemente en la estación Once, el 22 de febrero con un saldo de 51 trabajadores muertos y centenares de heridos.
La cosa entonces no pudo ser. Y eso que el primer ministro, David Cameron, hizo más que lo esperado con sus declaraciones provocadoras de amo imperial en decadencia. Las afirmaciones y negativas de premier sobre la soberanía nacional daban para calentar el ambiente; en realidad, las cosas no podían ponerse mejor para que el simulacro de reclamo de la soberanía encontrara amplia aceptación popular y fuera reacomodando en las encuestas, a los principales figurones del gobierno, que marcaban una caída en picada.
Además resultaba bochornoso para el populismo nacionalista del kirchnerismo, que hasta sus propios intelectuales, convertidos ahora, al calor de la crisis por la que atraviesa la burocracia sindical, casi en la única columna vertebral del movimiento, salieran a pegarle fuerte a su gobierno que impulsó la sanción de ley antiterrorista y la indagación sobre luchadores realizadas por las fuerzas de seguridad mediante el “proyecto X” y hasta se animaban a cuestionar los negocios de Boudou y de las megamineras.
Sin duda se necesitaba un movimiento de mano que proyectara al oficialismo como en los buenos viejos tiempos tanto bajo el mandato de Néstor como de Fernández de Kirchner.
No fue posible con los ingleses, eso ya estaba terminado aun antes de que pasara marzo, una declaración de demanda presentada ante la OEA y la desclasificación de un informe ya desclasificado, y leído en internet desde hace años, realizado por un viejo militar ya muerto, no moviliza ni entusiasma a nadie.
El affaire Malvinas fue un fracaso político y demagógico para el oficialismo, que encima encontró en la unidad anticolonialista de “nuestros hermanos latinoamericanos” una indiferencia absoluta y, al final, un golpe mortal en Cartagena de Indias. Aunque a esta altura poco importaba un pronunciamiento inocuo sobre Malvinas de una cumbre más inocua aun. Finish para el relato malvinero, por lo menos por ahora.
Y la presidenta salió corriendo de la cumbre para poner en marcha la otra gesta, comprar la vaciada Repsol que la tuvo como socia por una década por lo menos, tal como lo comentó en su discurso. Esta, de carácter inevitable dado que produce una sangría de fondos que “el modelo” no puede seguir soportando sin entrar en una crisis terminal que no sólo termine con los fondos de los jubilados sino con las reservas y los de las propias obras sociales.
Por la soberanía de Malvinas habrá que seguir esperando un poco más, hasta que la explotación de los recursos naturales en las islas por parte de empresas imperialistas-“colonialistas” obligue a una nueva negociación, que esta vez encontrara a la Argentina en una nueva posición, que por supuesto, permitirá volver a sacar los banderines de la campora y del evita. Y esto, porque nadie desconoce que el petróleo, que los grupos capitalistas ingleses, franceses, canadienses y yanquis encuentren en Malvinas, deberá necesariamente pasar por el continente. Nuestros hermanos uruguayos y chilenos ya se anotaron en esta carrera de cipayismo procolonial, poniendo a disposición de los “piratas” sus puertos y plataformas continentales; pero corren con la desgracia de que nuestro país está a un paso de Malvinas, para volver más rentables las tareas de extracción del crudo y que los Kirchner no se pierden un negocio. Negocios son negocios, relatos son relatos.
Este enclave imperialista petrolero en nuestro país es un “bocatto di cardinale” por el que todos los petroleros pujan en épocas de escasez y altos precios del crudo.
Dos noticias conmovieron el escenario nacional en esta última semana:
La primera, por supuesto, de la que todo el mundo habla, es la compra compulsiva del 51 % (aun sin precio final) del paquete accionario de Repsol por parte del Estado Nacional.
Todavía muy lejos de ser una expropiación y mucho menos una estatización sin pago, cosa que ha sido enfáticamente negada por la propia presidenta en su discurso, esta operación de compra recibió los más desopilantes apoyos, desde el ex destituyente Hugo Biolcatti, pasando por el estatista Solanas, la UCR, el FAP de Binner, los economistas de izquierda y hasta los trotskistas del MAS, dieron un apoyo crítico en este asunto. Macri, dijo que está todo “mal en las formas” pero que, si llega a presidente en 2015 respetará el negocio, con lo cual también dio su ok dentro de la lógica que pueda esperarse del intendente de la ciudad de Buenos Aires.
La segunda: es mucho menos rimbombante, se trata de que el grupo Rocca-Techint, titular de Siderar (ex Somisa) decidió no repartir el total de utilidades entre sus accionistas -el propio Rocca (pobre) apenas se lleva 1.1 millones de pesos del ejercicio anual- sino reinvertirlos en producción y desarrollo, de acuerdo, dicen fuentes interesadas, con un pedido de la Anses (claro que con plata ajena cualquiera hace negocios) aunque con esto se siga descapitalizando los salarios de los jubilados. No hubo pelea esta vez y tanto Rocca como el gobierno firmaron el acuerdo en menos de 50 minutos de asamblea.
Dos noticias que los kirchneristas evalúan como a favor y como resultado de la presión que el gobierno impone con sus medidas “nacionalizadoras”. Sin embargo, lo que en realidad muestran, es que nadie se queda dormido frente al avance que el negocio ypefiano abrió para actuar con urgencia y soportar la embestida de grupos internacionales que se lanzan voraces a la toma del gas y el petróleo.
Rocca y sus empresas son parte de este negocio a nivel latinoamericano. Para aquellos que comparan la estatización de YPF con las compras chavistas, deberíamos recordarles las “expropiaciones” con jugosas indemnizaciones realizadas por el comandante venezolano sobre el grupo Sidor, propiedad de los Rocca por boicotear con sobreprecios a la estatal PedeVeSA. El kirchnerismo al contrario, “nacionaliza” como socio de este grupo multinacional, mientras De Vido le entrega el 20% del gas a los franceses de la petrolera Total.
Mientras tanto las acciones de algunas de las firmas inglesas en Malvinas registraron subas del 55,4%; las de la Falklands Oil & Gas treparon en un 35,3% y hasta las de Desire Petroleum, que venían cayendo en picada tras un año de malos resultados financieros, mostraron una mejoría del 7 por ciento
El negocio por YPF le aparece atractivo a todos los grupos capitalistas del ramo.
Puede que el enfrentamiento con el capital imperialista llegue a algún nivel de agresión diplomática, pero quien puede desconfiar de la buena voluntad de Roberto Dromi, el encargado por el kirchnerismo para esta compra compulsiva de acciones de Repsol, para hacer negocios lucrativos con nuestro país. Sobre todo si va acompañado por ex interventores privatistas en la época menemista como Roberto Monti, sucesor de Estenssoro en los 90 o entreguistas declarados como Vicente y la empresa Bridas, de la familia Bulgheroni. Esta vez sí que volvieron todos.
La reconformación de esta burguesía petrolera es una nueva entrega de los recursos nacionales. Puede ser que la palabra Estatal acompañando a las siglas YPF resulte atractiva para un conjunto de estatistas e izquierdistas que aun confían en una salida a la crisis fiscal y de la deuda puede desarrollarse de la mano de un gobierno en crisis y cargado de camarillas que se viene sacado los ojos unos a otros.
Sin duda la crisis galopante que recorre al populismo nacionalista ha sido apaciguada en parte con esta compulsiva compra de acciones lo que le dará un poco de oxígeno para el próximo 27 de abril. ¿Irá la izquierda al acto de la cámpora, con las consignas “positivo pero insuficiente”?
Puede que también, a los nuevos aliados de izquierda y centro izquierda del oficialismo no les importe esperar a que el aumento del precio del petróleo en los surtidores, a niveles internacionales, y el desmadre de los precios de las góndolas, despierte una reacción popular contra la miseria -que el gobierno tratara de amenguar con llamamientos patrióticos y si no alcanza con la ley antiterrorista en mano- para salir a ensayar una posición opositora destacando lo crítico de su apoyo actual. Son especialistas en encubrimientos y autocríticas
El relato kirchnerista ha entrado en una nueva dimensión, acompañado de aliados inesperados. Pero la crisis que acompaña a este relato no sólo no se ha resuelto sino que se ha agravado.
El negocio de YPF volverá a beneficiar a unos cuantos que ya se han visto beneficiados desde siempre. Pero el pago de la fiesta está pensado para jubilados, trabajadores y sectores populares como siempre.
Pensándolo bien, el kirchnerismo terminó teniendo su gesta nacional en abril, como Galtieri en su momento tuvo las suyas. El resultado final de uno es conocido, el de los otros está por verse.
Daniel Cadabón para ARGENPRESS.info