¡Que vivas 100 años! de Víctor Cruz
En Costa Rica, una madre y abuela de 109 años recibe a sus hijos de casi 90, que la pasan a visitar, y charla con ellos con una lucidez asombrosa. En Cerdeña, Italia, un hombre de 93 años festeja su cumpleaños al mismo tiempo que sueña con volver a volar. En un pueblo de Okinawa, una casi centenaria anciana lamenta la muerte de su hijo, ocurrida hace 3 años, y da por finalizado el duelo para volver a participar junto con las otras abuelas del lugar en un grupo de música pop con coreografía y todo! Estos son sólo tres de los personajes que nos muestra este documental centrado en la vida de personas muy longevas, pero que también incluye atisbos de la vida de las comunidades en las que habitan.
¡Que vivas 100 años! nos lleva a recorrer la historia de los personajes sin centrarse en ningún acontecimiento en especial, no quiere retratarlos siendo entrevistados ni quiere experiencias que muestren lo excepcional de esas vidas longevas que los personajes llevan, sino que sólo pretende mostrar el simple devenir de la existencia que, aún a tan avanzada edad, transcurre con naturalidad para todos.
Sin intentar aleccionarnos sobre la vida, el film nos muestra que en algunos casos la edad es no solamente un estado emocional, sino también una construcción social. Nadie parece sorprendido por la que tienen los personajes ni pretende menos de ellos por considerarlos demasiado viejos para algunas cosas.
La mera observación de los personajes y de quienes los rodean, por momentos no alcanza para construir un relato muy fluido, pero de todas maneras la película logra que nos sintamos cerca de esos seres que, con más o menos dificultades motrices, no están todavía ni cerca de dejar de disfrutar la vida.
¡Que vivas 100 años! es una de esas películas que acarician un poco el espíritu en momentos donde todos lo necesitamos. A través de tres capítulos o episodios filmados en lugares y entornos totalmente diferentes, vemos personajes que superan obstáculos físicos y emocionales para poder disfrutar de la bendición de tener una larga y próspera vida por detrás, y un todavía gran futuro por delante.