Chicory: A colorful tale – Dale color a tus sentimientos
Hace unas semanas se estrenó Chicory: A colorful tale, un videojuego con elementos de puzzles centrado en la utilización de colores y una historia de aprendizaje. El juego fue realizado por el desarrollador independiente Greg Lobanov y su equipo (Wandersong).
Chicory: A colorful tale está disponible para PC, PS4 y PS5.
La responsabilidad del legado
Todo parece ser armonioso en el mundo en donde vive Chicory y el resto de los habitantes, que varían en diversas razas de animales. Chicory es la encargada de poner color y mantener el orden en el mundo, y nosotros solo somos la persona que limpia la torre donde trabaja la artista y artífice del pincel.
Un día sin saber por qué, Chicory desaparece y el mundo queda en blanco y negro. Todo queda en nuestras manos cuando vemos tirado el pincel para darle color y esperanza a los habitantes del lugar.
Sin lugar a dudas, la historia de Chicory: A colorful tale parece ser simple al principio, pero a medida que el misterio se va desentrañando, comenzamos a explorar varios sentimientos más humanos en estos amorfos personajes.
La aventura clásica del héroe que tiene que salir de su confortable lugar para convertirse en el salvador está exquisitamente contada a través de diálogos entre todos los personajes que aparecen en la historia. Al principio, nuestra protagonista (la mía se llama Pizza) era temerosa e insegura, pero a medida que aprende el oficio de artífice, su actitud frente a esta oscuridad que amenaza el color cambia completamente.
Una paleta para muchos colores
Las mecánicas de Chicory: A colorful tale al principio pueden parecer algo desordenadas. Ya que muchas de las funciones básicas de cualquier juego (como saltar) se destraban más adelante en la historia.
Tenemos nuestro pincel y varios colores para pintar todo lo que se nos ocurra, desde el escenario y sus casas o arboles, hasta los personajes. El color depende muchas veces de cada locación, pero lo más lindo es ver personajes que pintamos de tal manera que aparecen en otras partes del juego tal cual los dejamos.
Pero muchos se preguntarán: ¿Solo hay que pintar? ¿Y el desafío dónde está? Como les dije antes, las primeras horas frente a Chicory pueden ser un poco simples o simpáticas, nada más: encontrar regalos, objetos, gatitos perdidos y prendas para cambiar nuestro look. Pero todo cambia cuando empezamos a ver escenarios a los cuales no tenemos acceso.
Para ir destrabando nuestras habilidades tenemos que reforzar nuestro vinculo con el pincel. ¿Y cómo hacemos esto? Derrotando a los jefes finales que vamos a encontrar. Estas etapas son las que el juego nos afronta a usar nuestros reflejos y destreza para no perder. Obvio que si «morimos», se rebobina la acción hasta unos segundos antes de que pase. El objetivo del juego nunca es la pantalla de Game Over.
Estas habilidades son varias, desde pintar el agua, saltar, navegar por la pintura, escalar paredes como insectos; etc. Cada una abre nuevas zonas de mapas.
Con respecto a los puzzles y el desafío en sí, se podría dividir de dos maneras. Uno es el que nos hace pensar para activar o desactivar algo (todo con el uso de la pintura) y, de esta manera, llegar hasta tal lugar. El otro afronta más el hecho de que muchas veces no sabemos a dónde ir o no encontramos un pequeño hueco, que dé a una zona más alta, etc.
Pero no desesperen, la ayuda en el juego se añade de manera también muy simpática. Hay algunas cabinas telefónicas donde podemos llamar a nuestra mamá, que nos da ánimos y algunos consejos; y si nos quedamos con más dudas, siempre está papá para resolverlas.
¿Quieren más? El juego no se queda solo en un argumento y la progresión de nuestro personaje. Hay varias misiones secundarias o tareas que podemos hacer. Como por ejemplo, ir a la escuela de pintura y recrear obras de arte para luego colgarlas. O hacer el diseño de una comida o remera especial. Encontrar basura y reciclarla para obtener otras cosas.
O dejar contentos a los habitantes, algunos con historias muy tristes, como la de uno que tenía un amigo que falleció y siempre quiso tener un lugar con plantas y quiere cumplir su último deseo. Para ello, nosotros podemos ir llevándole las que conseguimos.
Armá tu propio estilo de juego
Sin lugar a dudas si hablamos de su apartado visual, mucho va a depender del tiempo y cariño que le dediquemos a Chicory: A colorful tale. Si somos más bien flojos, podemos usar un pincel con rellenado automático. Otros han generado verdaderas obras de arte en todos los escenarios.
Hay efectos que me parecieron sorprendentes e innovadores, como la lluvia que borra la pintura al principio y luego podemos pintar algunas nubes para que la lluvia moje del color que querramos.
Los personajes nos quedarán marcados por bastante tiempo aquellos que prueben el juego. Todos tienen su estilo. Yo me quedo con este cocodrilo rockero que hacía llamadas al azar.
De la banda sonora no se puede pedir más. Es verdad que no hay mucho sonido de ambiente en el juego, salvo algunos ruidos de pájaros o cómo se mueve la oscuridad; pero no es necesario. Lena Raine (Celeste, Minecraft) es la responsable de la banda sonora, que va desde dulces melodías hasta épicas canciones que me recuerdan al dubstep o similar.
Requisitos del Sistema
MÍNIMO: SO: 7+ – Procesador: Toaster or better – Memoria: 1 GB de RAM – Gráficos: Pretty good – DirectX: Versión 9.0 – Almacenamiento: 2 GB de espacio disponible – Tarjeta de sonido: Absolutely, yes – Notas adicionales: This game is heckin’ good.
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