Opinion

HABLA AL PAÍS; DRA KARINA SALAS

“Libertad, fraternidad e igualdad”

por la Dra Karina Salas

Pienso en el Bicentenario y encontradas emociones me recorren.
Evoco a los jóvenes que creían en el fomento de honrosas ideas y crecidos entre las más horrendas confrontaciones, con la sociedad del Río de la Plata, dividida en Unitarios y Federales. Sin embargo, esa realidad no les impidió creer en la construcción de un lugar mejor para vivir, a través de la intervención en la “cosa pública”. Un 23 de junio de 1837, se reunieron unos 35 hombres pertenecientes a una nueva generación, a efectos de conformar una Asociación (las mujeres no eran bien vistas en este tipo de actividades, aunque hoy ocupen lugares de decisión relevantes socialmente) y así plasmaron los Ideales de Mayo, con la aspiración que el pueblo, ilustrados por ellos, encararan un presente con destino de desarrollo y una revolución donde el derramamiento de sangre no fuera necesario.

Todos sabemos como continuó tan lejos ya de estos ideales, la historia.

Como sociedad hemos transcurrido situaciones de violencia y otras que despiertan admiración. Actualmente analistas y científicos sociales, de países desarrollados, se plantean como logramos resurgir del abismo económico, político y social, por el que desbarrancamos en el 2001.

Así las cosas; ya sufriendo una crisis económica de repercusión mundial, escucho como “debate” actual de esta sociedad; expresiones a favor y en contra de la “PENA DE MUERTE”.

¿Una sociedad como la nuestra, que ha transitado una historia de sangre y angustias, que ha logrado llegar a 26 años de DEMOCRACIA continua, ¿puede plantearse como “solución final” la instauración de la Pena de Muerte (una sanción punitiva irreversible)?

Al amparo de los hechos sociales de violencia que nos toca vivir, esta solución parecería la respuesta mágica a todo conflicto social = exterminio efectivo de aquello que perturba, de lo que no es igual, de lo que nos hace daño.

¿No sería mas sano y pertinente intentar entender el origen SOCIAL que tiene el delito y reclamar una política pública adecuada que encamine hacia una solución real?
Muchas preguntas y pocas respuestas.

Permitirnos pensar en forma individual, nos hace creer que una sanción como la mencionada, es la respuesta adecuada, pero arribar a dicha conclusión, es un análisis EGOISTA, en el que ya las situaciones son planteadas desde el ombligo de cada uno y no como una realidad social que nos toca vivir en conjunto y como tal nos corresponde resolver JUNTOS.

El Estado en su accionar, prioriza cuestiones de Estética en la Ciudad: parece considerar como “Gastos” las partidas destinadas a EDUCACIÓN, SALUD, VIVIENDA, etc.
Al ignorar estas necesidades fundamentales, ¿no estamos matando la Esperanza de todos aquellos que no tienen oportunidad de insertarse socialmente? (La discriminación duele físicamente como un golpe, no esperemos recibir caricias)
Destinar recursos en estos servicios, sería invertir en un futuro mejor, en un ámbito social donde todos tengamos una “oportunidad” de estudiar, de atender nuestra salud de tener un lugar digno donde habitar.

Los invito entonces que, cuando pensemos en la inseguridad, reflexionemos a quienes votamos para que administre nuestros recursos; que hagamos una autocrítica de cuál es nuestra participación en la toma de decisiones, cual es nuestra intervención cuando se plantean conflictos y cual es nuestro interés de lo que pasa a nivel educativo, en los centros de salud de nuestro barrio, de nuestra ciudad.
El deber de “saber” es nuestro y la obligación de “elegir” también.
“NO MATARÁS”.

No podemos creer que eligiendo la muerte vamos a crecer como sociedad. Que la cuestión se haya planteado como “políticamente incorrecta”, pero “socialmente aceptada”, nos lleva a revernos como sociedad, de revisar cuales son los valores que nos conducen, cuál es el ámbito en el que queremos vivir y cuál es la sociedad que construimos para el futuro y fundamentalmente cuáles son los principios que nos rigen como sociedad.

¿Que adoptamos de aquellos Jóvenes, que creían en una revolución sin derramamiento de sangre? Si el transcurso del tiempo plantea en la actualidad, una opción sangrienta para la solución al conflicto social planteado.

Todos tenemos derecho a vivir en la dignidad y la seguridad, veremos que hacemos con las “armas” que nos han sido dadas, en esta construcción social que llamamos democracia y que tanto nos cuesta.

No matemos la esperanza.

Aprovecho para acercarles principios sociales de nativos latinoamericanos, muy interesantes en estos tiempos, donde los valores parecen ser otros:

“No mentir, no robar y no ser ociosos”.

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