Notas

LA NOTICIA MENOS ESPERADA

Son jóvenes, muy jóvenes. Amigos y compañeros de Lucas, ese chico de 20 años al que desde el mismo momento de la tragedia, esa madre desesperada ha buscado por cuanto hospital hubiera…por la morgue Judicial, sin tener noticias de él.

Estos chicos estaban haciendo una suerte de “aguante” en la Estación de Once, cuando ellos y todos, fuimos sorprendidos por la noticia más penosa e indignante. El cuerpo sin vida de Lucas, había sido encontrado en el interior del cuarto vagón. ¡Increíble, inadmisible!, la noticia que convierte a una de las más grandes tragedias ocurridas en el país, en la muestra más patética de la desidia, que compromete a la Señora Presidente de la Nación, quien quizá haciendo causa común con los ahora 51 fallecidos, no ha dado señales de vida. Seguramente estaba preparada para presidir el Corso que finalmente se dignó suspender.

Y son esos jóvenes los que me retrotraen a tiempos que no hubiera querido se repitieran. ¡El hijos de puta, y el que se vayan todos!, quizá marque un punto de inflexión que no debió haber llegado de semejante manera. En tanto los funcionarios, ¡bien, gracias!. Nadie tiene la autoridad moral necesaria que le permita para “poner la cara”; entiéndase bien, ¡nadie!.

Pasamos del estupor, al estupor supino. El más repugnante y perverso desprecio por la vida humana, ha recibido la rúbrica, a bordo de un tren. Lo jóvenes que yo ví, exteriorizaban su bronca y su dolor a cara descubierta. Nada ameritaba la necesidad de que les cubrieran.

Es probable que con el correr de los minutos, se sumen otros que nada tengan que ver con semejante espontánea manifestación. No lo sé ni me interesa. Me quedo con lo que ví…no estoy dispuesto a ver lo que me quieran vender; delincuentes encapuchados, armados con bombas molotov, portando esos enormes bombos que anuncian la pronta comisión de delitos, ante la inacción o la acción tardía de las fuerzas del orden. La barbarie de siempre, incapaz siquiera de reconocer el inmenso e irreproducible dolor de esos padres, y esos amigos de verdad. ¡Por supuesto; es más ridículo que pedirle peras al olmo!. Hay que acallar a esos jóvenes. Si Ud., pretende indagar sobre el origen de ese grupo de delincuentes a sueldo, solo tiene que recordar parte de los cánticos.

Ricardo Jorge Pareja

parejaricardo@hotmail.com

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